❛ Superintendente ❜

484 19 1
                                    

  Conway

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  Conway. Conway. Conway. Conway. Conway. Conway.

  ¿Por qué su maldito nombre no dejaba de sonar en mi cabeza? Era como un chillido desagradable que te hace cubrir tus orejas para evitar que el sonido llegue a tus oídos, pero en este caso, la forma en que se pronunciaba ese apellido se colaba hasta mi mente para repetirmelo una y otra y otra vez.

  Miles de veces me había dicho que una vez entrara al CNP no establecería ninguna relación más allá de laboral con nadie, ni siquiera con el hombre que había conocido desde joven. Y Viktor sabía muy bien mi posición respecto al tema. Conocía mi opinión sobre mezclar vida personal y vida profesional, porqué ambos habíamos comprobado que eso no acaba exactamente bien, y no deseaba vivirlo de nuevo.

  Pero joder, con el superintendente esa idea se iba directo al caño. No existía día en que no me dejara en paz por más que intentara evitarlo por los pasillos o asistiendo a códigos 3 con él. Se creía el mismísimo presidente de la ciudad, haciendo lo que le saliera de los huevos, mandando a los agentes a su antojo. No había cosa que no se hiciera si no la ordenaba él, y una mosca no podía volar sin su autorización. Porqué se trataba de Jack Conway.

  Sin embargo, esa mañana no me encontraba en el mejor momento de mi vida, por diferentes cuestiones que no compartía con cualquiera, pero Volkov sabía leerme y no le fue difícil deducir lo que me pasaba cuando vio la forma en que azoté mi casilla varias veces con notable frustración, terminando por pegar mi frente en el desgastado y frío material. Viktor solía ser distante, frívolo por casi las mismas razones que yo, pero su personalidad no era impedimento para mostrarnos apoyo mutuamente, así como en el momento en que se acercó a rodear mis hombros para envolverme en uno de esos cálidos abrazos que necesitaba de vez en cuándo.

  Agradecí mentalmente que no hubiera ninguna otra presencia en los vestidores, y por eso me permití corresponder a la muestra de cariño que me brindaba, envolviendo mis delgados brazos alrededor de su gran torso. Casi siempre solía tensarse aunque no fuera la primera vez que nos abrazabamos, pero por alguna razón, hoy fue diferente, y algo se removió en mi interior, algo que me hizo alzar la vista para encontrarme con sus facciones suavizadas ante nuestro contacto visual.

—¿Pasa algo?

—¿Te pasa a ti algo?

—Hombre, esa no es manera de responder –Ambos reímos con naturalidad, y esos cortos segundos se sintieron tan reconfortantes.

—Tranquila, Ania.

—Lo estoy.

—¿Segura?

—¿Por qué andas tan pesado hoy?

—No sabía que lo parecía –Una pequeña sonrisa apareció en los labios de mi amigo, y eso me impulsó a sonreír de la misma manera, olvidando el contexto por el cuál nos encontrábamos en esta posición, abrazados con el riesgo de que alguien nos pillara y malinterpretara. Y vaya que quería ahorrarme ese drama y los gritos de cierta persona.

𝐒𝐚𝐲 𝐲𝐞𝐬 𝐭𝐨 𝐡𝐞𝐚𝐯𝐞𝐧  |  𝑱𝒂𝒄𝒌 𝑪𝒐𝒏𝒘𝒂𝒚 𝒐𝒏𝒆 𝒔𝒉𝒐𝒕𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora