Cuando Zhuo Xiang Ming llegó a casa, Tong Yan ya se había despertado. No estaba en su dormitorio, ni en la sala de estar de la planta baja. El robot de limpieza le informó a Zhuo Xiang Ming que estaba en el vestidor.
El vestidor y el dormitorio de Tong Yan estaban respectivamente a ambos lados del pasillo. Cuando Zhuo Xiang Ming se mudó por primera vez, su plan original era hacer un baño separado para los invitados, pero la habitación era dos veces más grande que un baño estándar y también tenía una ventana de vidrio biselado. La iluminación diurna era muy buena y faltaba la ocultación, no era apta para un baño. Entonces, la habitación había estado vacía para siempre.
Después de que Tong Yan se mudó, Zhuo Xiang Ming lo convirtió en un vestidor para Tong Yan, examinando a muchos carpinteros.
Cajones pequeños de varias capas para una persona y cuatro armarios, así como estantes para zapatos y bolsos. Todos fueron hechos a mano por un maestro artesano y equipados con espejos de vestir. Junto con la ventilación, requirió mucho esfuerzo y solo se terminó hace unos días.
Tong Yan estaba de espaldas a la puerta, sentado con las piernas cruzadas en medio de una pila de bolsas de compras. La parte superior de su cuerpo estaba inclinada, su cabeza apoyada en el espejo de tocador de pie junto a él. No había comenzado a ordenar todavía, perdido en sus pensamientos.
El sol de media tarde no era tan caliente ni cegador, era cálido y acogedor. Tong Yan vestía un suéter fino de color azul marino, pantalones de chándal gris oscuro sin zapatillas, en cambio, usaba calcetines de lana gruesa. Su cabello se veía aún más esponjoso a la luz del sol que entraba por la ventana, como un pequeño animal tranquilo, inofensivo para los humanos, nadie podría tener el corazón para intimidarlo.
La puerta del vestidor no estaba cerrada, estaba casi abierta de par en par cuando Zhuo Xiang Ming se acercó inmediatamente vio esta escena.
Se sentía extraño, como si, con solo mirar la vista posterior, pudiera imaginar completamente la expresión recién despierta de Tong Yan, la que hizo que su corazón se derritiera.
Unos segundos después, Tong Yan miró hacia atrás y encontró a Zhuo Xiang Ming parado detrás de él. Con una suave sonrisa, dijo: "Has vuelto".
"Sí."
Zhuo Xiang Ming caminó hacia él y se sentó con las piernas cruzadas en el suelo, similar a Tong Yan, pero debido a su traje a medida, no podía desplomarse como Tong Yan. En cambio, su espalda estaba más recta que cuando estaba de pie.
Sus rodillas estaban una al lado de la otra, y Tong Yan cambió su dirección de inclinación, su cabeza ahora descansaba sobre el pecho de Zhuo Xiang Ming.
"Uggghh ..." Tong Yan dejó escapar un largo gemido.
Zhuo Xiang Ming le acarició la cara: "¿Qué pasa?"
"Es demasiado." Tong Yan estaba angustiado, "No sé por dónde empezar".
Movió la pierna, chocando con una hilera de bolsas de la compra. Había algunos que se habían caído de su envoltorio, pero la cantidad era demasiado pequeña, ignorable.
Algunos de estos fueron comprados por Lin Yue Hua antes del matrimonio, pero la mayoría fueron comprados el fin de semana pasado cuando Lin Yue Hua llevó a Tong Yan de compras. Después de salir de la casa de la familia Zhou, Tong Yan estaba ocupado con la competencia deportiva y los exámenes parciales posteriores, por lo que no pudo encontrar tiempo para ordenar. Los había amontonado en el práctico vestidor finalmente terminado.
Pero no podían quedarse apilados para siempre, tenían que ser guardados.
Tomó la iniciativa de trepar a los brazos de Zhuo Xiang Ming después de sentarse, se aferró al cuello de Zhuo Xiang Ming, este lo abrazó, envolviendo libremente sus brazos a su alrededor, completamente dispuesto a disfrutar de un momento amoroso con Tong Yan. Dijo con calma: "Si no comienzas pronto, el sol se pondrá".
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El Omega De Mi Familia Acaba De Crecer/ 家有Omega初长成
SonstigesAutor: Qiu Qian Zai Shi / 秋千 在 时 Otros nombres: 家有Omega初长成 My Family's Omega Has Just Grown Up Ton Yan, de 18 años, se ha casado. El cónyuge parece maduro y guapo pero también serio y terco. Después de vivir juntos, sintió que el otro hombre estaba...