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Pasaron dos años, Audrey por fin tenía un lugar al que llamar hogar, una tía cariñosa que le demostraba amor cada que podía, le enseñó sobre la magia, le enseñó a escribir y a leer ya que la niña tenía muy poco aprendizaje.
Para Andrómeda fue como tener una hija de nuevo, enseñarle todo desde el inicio no fue molestia para ella, la parte complicada fue entrenar su magia, pasó tantos años reprimiéndola, que al momento de poner en práctica alguna de las lecciones, todo el lugar se volvía un caos. Resulta que la niña era más poderosa de lo que pensaba.
A Andrómeda le parecía una buena idea en educar a su sobrina en casa por un tiempo, creía que era mucha información que procesar si la mandaba a estudiar a Hogwarts, así que cuando llegó la carta, le escribió a Dumbledore la idea, y él aceptó, con la condición de que él podía ir a visitarla para ver su progreso personalmente y saber cuándo estaba preparada para ir a la escuela.
Todo iba bien.
Excepto cuando era la hora de dormir. Audrey tenía pesadillas casi todas las noches, no podía tener su habitación a oscuras, así que dejaba una luz tenue prendida, algunas veces las pesadillas volvían y tenía que ir a dormir con la compañía de su tía.
Confiaba que Hogwarts le diera la valentía suficiente para superar todo lo que pasaba por su mente.
-Audrey, rápido, llegaremos tarde y se llenará de gente.
Estaba en su habitación arreglándose, iba a ir a comprar los libros para cursar el tercer año en Hogwarts. Su primer año en una escuela de magia. No sabía lo que le esperaba, solo que quería pasar desapercibida, sin que nadie supiera de su existencia.
-Perdón- se disculpaba mientras bajaba los escalones -, estoy un poco nerviosa. ¿Por qué no mejor sigo aprendiendo en casa? Eres buena enseñando.- Trataba de convencer a su tía mientras la abrazaba.
-Aunque me encantaría, Dumbledore dijo que ya estabas lista para asistir, y le prometí que irías cuando él lo dijera.
Suspiró triste. Andrómeda se acercaba a la chimenea de la sala, le tendió los polvos flú, y en un segundo las dos estaban en el Callejón Diagon.
-Vamos, no estés triste- Trataba de animarla-, conocerás niños de tu edad y podrás hacer amigos.
-¿Eso crees? - Preguntó mientras observaba las tiendas.
-Sí, ellos son como tú, no te molestarán por tus habilidades, y los profesores son muy buenos, apuesto a que tu materia favorita será Transformaciones.
-Mm no lo creo, me desempeño mucho en Adivinación y Astronomía.
Siguieron caminando hasta que su tía la dejó en una librería para comprar los libros de algunas asignaturas, mientras ella iba a comprar otras cosas.
Estaba tranquila buscando un libro hasta que alguien la empujó por la espalda haciendo que golpeara su frente con un estante.
-Auch, fíjate por dónde caminas. - dijo enojada. Dio media vuelta para enfrentar al que la empujó y cruzó miradas con un chico que parecía tener su edad, cabello rojo, pecas por toda su cara y mejillas sonrojadas de la vergüenza.
-Perdón, de verdad lo siento, los idiotas de mis hermanos me empujaron. ¿Te hiciste mucho daño?
Audrey no tuvo tiempo de responder porque aparecieron dos chicos muy altos y cada uno se paró al lado del más enano.
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𝐌𝐔𝐃𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 •Hermione Granger• CORRIGIENDO
FanfictionAudrey no sabía que habían personas iguales a ella. Toda su niñez se basó en esconder sus habilidades para evitar castigos del orfanato. Sentía que tenía una maldición. Con el tiempo un familiar de ella pudo salvarla, la ayudó a que sus habilidades...