V

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Desperté de golpe ya que sentí un gran peso caer encima mío.

—Maldita sea Bakugou ¿no había otra forma de despertarme?—dije aún con algo de sueño mientras empujé a Katsuki para que deje de aplastarme.

—No, eres una jodida perezosa. Así que levántate de una vez por todas.

—No jodas Katsuki— volví  taparme y llevé las sábanas hasta mi cara.

—Mira maldita, levántate de una vez por todas o te exploto la cara.

—Vete muy a la mierda Kats—murmuré ignorando completamente sus palabras.

Al parecer me escuchó ya que hizó un sonido de indignación.

Solté un gritó de sorpresa cuando volví a sentir el maldito peso de Bakugou en mi estómago, empezó a darme pequeños golpes en las costillas.

—¡¿Por qué me mandas a la mierda, maldita?!

Empezé a reír, sus golpes no me dolían, me hacían cosquillas.

—¡¿Y te ríes?!—intenté separarlo pero no pude—¡¿Cómo te atreves?! ¡tienes que respetarme!

Le dí una patada en el estómago haciendo que se separara de mí, traté de recuperar la respiración mientras intentaba dejar de reír.

—¿Intentabas matarme Kats?— pregunté algo risueña, por la sorpresa se me quitó todo el sueño.

Estaba sentado a mi lado con los brazos cruzados mirándome mal.

—Me insultaste maldita, no me hables nunca más, fea— dijo.

Generalmente yo nunca insultaba mucho a la gente, pero me despertó de un susto, se lo merecía.

Katsuki estaba resentido.

—No te vas a enojar sólo por qué te mandé a la mierda después de despetarme de una forma no muy bonita ¿cierto?

—Claro que sí fea, no mandes a la mierda a tu novio.

Me abalanzé sobre él mientras recibía quejas de su parte.

—No voy a pedirte perdón, te lo merecías.

Bufó e intentó liberarse de mi agarre, sonreí, se veía muy lindo resentido. Dí un beso en cada una de sus dos mejjillas y un sonrojo se apoderó en ellas.  Lo abrazé  y podía escuchar los latidos de su corazón. Katsuki no es mucho de muestras de afecto en  público y no me quejaba, no era fan de eso, pero me gustaba abrazarlo y besarlo cuando estamos solos los dos, y él nunca se negaba.

Era sábado así que no tenía clases, las reunines de mamá siempre eran muy demoradas, así que tal vez vuelva en la noche o al día siguiente.  Después de desayunar, Mitsuki practicamente nos obligó a salir.

Estábamos en medio de la calle sin saber a dónde ir.

—¿Qué te parece ir a comprar algo?

— Sólo si tú pagas, fea.

Mostré mi tarjeta de crédito y sonreí. Mamá me tenía esa confianza como para darme una tarjeta de crédito, casi nunca la gastaba, pero de vez en cuando nunca hacía mal.

Entramos a muchas tiendas de música, ninguna tenía música de mi gusto.

Después de una hora y media de tanto  buscar volvimos a la calle y estaba perdiendo las esperanzas de encontrar algún lugar bueno. Sentí como me jalaba del brazo y ví a Katsuki guiarme entre toda la gente, llegamos a un lugar algo solitario. No podía negar que las pocas personas que pasaban por ahí tenían un estilo extraño, pero de alguna forma les quedaba muy bien.

Stars. (Katsuki Bakugou  y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora