— Yuuji, lo que me estás contando...es imposible, eso no existe.
— ¿Cómo que no, si yo lo vi?
— No existen zorros con varias colas...menos con nueve.
— ¡Pero se las conté!
Al soltar aquellas palabras ya bastante indignado, Yuuji sintió el rubor ascendiendo por sus mejillas al ver la expresión consternada pero también preocupada en el rostro de Megumi.
— No es que no te crea, pero...
— Piensas que estoy loco.
— ¡No! Creo que...bueno, Yuuji...tú has estado con él de este lado del bosque, ¿no?
Ambos guardaron silencio mientras Yuuji fruncía el ceño y entrecerraba los ojos con suspicacia. Sí, era cierto. Hacía días, no...semanas que Yuuji había decidido seguir frecuentando a Satoru, el zorro. Sin embargo, sólo podía aguardar a que él se hiciese presente dentro de aquel lado del bosque por temor a cruzarse con algún otro depredador que no fuese tan benevolente como él...y a veces la cuestión se volvía tediosa. Algunos días transcurrían en lenta agonía sin que Yuuji supiese nada de Satoru y los pensamientos más intrusivos y fatalistas desfilaban por su mente una y otra vez conforme las horas pasaban sin la presencia del zorro; sin embargo, cuando de la nada misma aparecía con su cola meneándose alegremente, su sonrisa radiante y la felicidad en los ojos que tampoco podía disimular y que Yuuji estaba seguro era la misma que reflejaba él en los suyos...
...supo que estaba perdido. Se había vuelto dependiente de la presencia de aquella criatura, del calor de su cuerpo, de su risa, una especie de energía mágica e inexplicable proveniente de su ser que Yuuji no podía explicar, llegando a la conclusión de que era una entidad que no pertenecía a ese mundo tan mundano y simple.
— Sí, así es.
— ¿Cuántas veces lo has visto ya?
— Mmh...no lo sé, no las conté...¿qué tiene que ver eso?.— Megumi arqueó las cejas, parpadeó un par de veces y con los brazos en jarra, suspiró.
— Yuuji...¿te has dado cuenta de que sólo tú lo has visto? Nadie más, ni siquiera yo que siempre estoy a tu lado.
El descubrimiento dejó un tanto atontado a Yuuji. Chasqueó la lengua y negó con la cabeza, incapaz de considerar la idea de que él lo estaba imaginando...podría haberse imaginado su imagen, pero jamás las sensaciones que le provocaba.
Esa sonrisa no era una ilusión, era real...tan real como los sentimientos que Yuuji ya tenía por Satoru.
— Es real, lo sé. No me trates de loco, Megumi.
— Yuuji...
No quería oír más los desplantes de Megumi con respecto a aquel tema. Alejándose de su mejor amigo, Yuuji chasqueó la lengua mientras se adentraba a la parte más espesa del bosque, allí donde el sol tenía dificultades para acariciar el suelo lleno de hojas secas en aquella época del año.
Luego de un par de semanas de insistirle que dejara de frecuentar a una criatura tan peligrosa para ellos, Megumi se había resignado a que Yuuji al final desoía sus palabras por completo; luego había salido con aquello y aunque el conejo sabía que lo que su amigo le decía era verdad, estaba seguro de que había alguna razón por la que Satoru nunca se presentaba ante ellos. Sí, seguro la había...
Yuuji lo percibió incluso antes de verlo, sus pasos deteniéndose abruptamente. Podía sentir la energía irradiando detrás suyo...pero si acababa de venir de allí, cómo no lo había notado antes...
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Un zorro un tanto peculiar
FantasyDe las dos mitades del bosque, Yuuji sabía exactamente a cuál de ellas jamás debía ir. Aún así, en un acto de impulsividad, había terminado cruzando el río y descubriendo por qué en realidad nunca debía haberlo hecho...¿o sí? GoYuu, AU.