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Namjoon sabía que tenía que controlarse, sabía que no podía hacer nada imprudente dentro de la escuela. Pero es que ya no podía soportarlo más. ¿Cuantas veces no había soñado con JiMin?. ¿Cuantas veces no lo había imaginado follándoselo en la biblioteca?.
Odiaba sentirse así, odiaba tener que guardar sus intenciones detrás de una sonrisa amigable. Cuando en realidad lo que más quería era follarlo hasta cansarse.
Pero podía jurar que JiMin también lo provocaba. Porque aquel chico había llegado tan emocionado aquel día diciéndole que si había traído la paleta que le prometió. Y por supuesto que Namjoon siempre es de cumplir sus promesas.
Pero el pobre chico era un alma inocente, el cual estaba emocionado y feliz por recibir una paleta de parte de su amor secreto. Porque nunca imaginó que tal vez Namjoon se tomara el tiempo de comprarle algo. Sobre todo un dulce.
Pero claro que estaba feliz por recibir una rica paleta. Pero el gran pene gordo de su Hyung era mil veces mejor, y ahora lo estaba comprobando.
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No supo en qué momento habían llegado a esto. Él simplemente llegó a pedir su dulce con mucha emoción por obtener algo de su Hyung favorito. Y terminaron los dos encerrados en el baño, con un JiMin hincado abriendo la boca para degustar del pene de su superior. Mentiría si dijese que no estaba confundido, porque por supuesto que lo estaba. De un momento a otro el ambiente había cambio drásticamente. Al inicio no entendió porque Namjoon lo llevaba hacía el baño. Pero cayó en cuenta cuando aquel chico le robó un beso tan dominante, tan cálido y tan necesitado que a pesar de que tardó en reaccionar aceptó gustoso aquel demandante beso.
Fue tarde para cuando sintió a su Hyung jalarlo dentro de un cubículo, arrodillarlo y acto seguido, lo vio bajarse la cremallera del pantalón para ver como su polla rebotó de aquel lugar en el que se sentía tan preso.
