Es el día. Hoy por fin descubriría que era lo que estaba pasando después de aquella noche en la fiesta de máscaras, aquella noche en la que festejaba el éxito de mi nueva empresa, que con mucho esfuerzo había trabajado.
Hacía un par días de haber cerrado un gran trato de inversión que estaba llevándome al éxito, así que decidí dar una fiesta en el hotel de un colega para celebrar. Había sido un largo día y por fin era hora de festejar con mis amigos, colegas, y socios de mi empresa. La mascarada me parecía una buena idea, sobre todo porque el día coincidía con Halloween. Me acerqué junto a la barra a platicar con mis amigos, mientras pedía un trago al barman.
— Buena fiesta, Alonso. — soltó alguien que llegaba por atrás. — Te felicito por tu reciente trato.
Me volteé para ver de quién se trataba. Un hombre alto, esbelto, y aún con la máscara pude reconocerlo por su inconfundible cabello rubio; era Oleg, el hermano de mi socio principal.
— Te lo agradezco. ¿Cómo has estado?— respondí mientras una camarera me entregaba un papel casi a escondidas junto con un martini para disimular.
Mientras Oleg me contestaba y seguía dando plática, dejé de prestarle atención mientras leía lo que decía aquel papel doblado que me había dado la chica del martini: "Felicidades, pero si no quieres que tu éxito se derrumbe sal al callejón detrás del hotel. SOLO." Al leer esto no entendía lo que pasaba, me disculpé con Oleg y fui a buscar a la camarera que me lo había dado.
— Disculpa ¿Quién te mandó a entregarme esto?— le pregunté cuando la encontré repartiendo más bebidas.
— Oh, señor Alonso. Pues, era una mujer alta con el cabello recogido. Solo que no sabría reconocerla, por la máscara. — respondió. — ¿Sucede algo?
— Todo bien, solo quería saber, gracias. — mentí, mirando a todos lados para ver si había alguien sospechoso que me estuviera vigilando desde algún lado.
No ayudaba mucho lo que me había dicho la chica, ya que la mitad de las mujeres en la fiesta se veían como ella describió, por lo que no me quedaba de otra que salir yo mismo a ver de quien se trataba, sólo esperaba que no estuviera allá afuera esperándome con matones o algo por el estilo.
Me dirigí a la puerta trasera de emergencia que daba al callejón preguntándome si no era un error. Salí y lo único que vi era un callejón vacío. No había nadie. Alguien debía estar jugándome una broma, así que decidí volver a entrar, pero al intentar abrirla ya no pudé; fue cuando una mujer con medio rostro cubierto por una máscara y un ceñido vestido negro como la había descrito la camarera, salió de las sombras. Tenía los labios de un escarlata muy llamativo y se acercaba dando pasos lentos con sus tacones de punta de aguja.
— Recibió mi mensaje, Alonso. — dijo con una suave voz misteriosa.
— ¿La conozco?— pregunté.
— Claro que no. —soltó un leve bufido. — Pero sé de alguien que quiere hacerlo.
Me entregó una tarjeta que solo tenía una dirección escrita en cursiva con tinta negra. Se volteó mientras se alejaba diciendo unas últimas palabras.
— Mañana a medianoche. — se detuvo un segundo solo volteando con una sonrisa. — Vaya solo.
La mujer se desvaneció en la oscuridad y me quedé ahí parado por unos segundos observando aquella tarjeta; era una dirección en París. Me preguntaba a quién se refería la mujer sobre quién quería conocerme y que quería esa persona conmigo. Una cosa sabía, me quedaba claro que no quería que mencionara esto a nadie más.
ESTÁS LEYENDO
La Élite
Short StoryDe reojo pude notar que entre la multitud se encontraba aquella pareja del tren, pero vestidos igual que los demás; después de todo si estaban siguiéndome. Fue entonces cuando un hombre salió del otro lado de la habitación, pero él vestía diferente...