T R E S

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Final.

....

Dos meses de no ver al padre Asher le resultaron suficientes a la joven para desilusionarse aún más de sus actos, pero no fue hasta los mediados de mayo cuando como un balde de agua fría anunciaron a un nuevo párroco que supliría al padre Robert Asher indefinidamente.

Sonia, Claudia e Isabella se mostraron impresionadas luego de haber pasado los últimos 10, 6 y 4 años de su vida rodeadas por el sacerdote, intrigadas hicieron muchas preguntas mientras Catalina miraba hacia el suelo.

—¿Catalina?— una madre le preguntó haciéndola voltear hacia ella.

—¿Si?— respondió confundida al no ubicar a la hermana entre las otras que ya conocía.

—El padre Asher te busca, está en su habitación recogiendo unas cosas—, informó y la joven corrió hasta llegar a su destino respirando con dificultad debido al esfuerzo.

Robert la miró intentando recuperar el aliento y la recordó debajo de él haciendo lo mismo luego de su delicioso primer orgasmo, sacudió su cabeza, por eso se iba.

—Padre Asher— dijo ella mirándolo con preocupación—, por favor no se vaya—, rogó tomando sus manos entre las de ella conectando sus ojos en una batalla sin ganador.

—Te he deshonrando—, dijo el con disgusto hacia su persona.

—No lo ha hecho, yo soy suya, de ser necesario me iré yo—, le aseguró mientras el sacerdote tomaba su mejilla con delicadeza y juntaba sus frentes.

—Perdí la razón cuando llegaste, vivo en pecado diariamente—, exhaló su aliento en el rostro de la chica, la menta era su aroma favorito desde el día en que ella lo conoció.

—He perdido mi rumbo también—, dijo ella cabizbaja—, pero no me arrepiento, jamás voy a arrepentirme.

La joven tomó al padre de la nuca y con fuerza tomó sus labios con los suyos, besándolo con intensidad y desespero ante el futuro incierto, el hombre, tomó un seno Perfecto en su mano y lo presionó sintiéndose endurecer, ella estaba en habito, su cuerpo y cabello cubierto y aun así podía sentirla irradiar a su lado, quería verla desnuda una vez más, pero todos lo esperaban abajo. Se separaron del beso con rostros enrojecidos y calientes.

—Quiero ser suya de nuevo—, informó ella y la poca cordura que le quedaba al padre desapareció de inmediato.

—Hoy ven aquí cuando todos estén dormidos—, la besó de nuevo con rapidez, le entrego los libros que ella tanto amaba y de los cuales le había hecho ensayos y la dejó ir, perdido en la maldita lujuria que lo carcomía.

Salió de nuevo del convento, sabía que se dirigía al mismo lugar de siempre, Sebastián lo recibió con algo de té y una sonrisa amable.

—Dejaré el sacerdocio—, se confesó culpable.

—Es una mala idea, hijo, tú lo sabes—, dijo el regordete y viejo párroco.

—Ella... ella es todo lo qué hay en mi mente—, dijo avergonzado

—Y por eso te vas—, confirmo el padre mayor palmeando su hombro, tenía razón, por eso se iba, por esa razón dejaba su hogar para que ella estuviera bien. Asintió y bebió del té caliente entre sus manos.

El padre Tollini lo adoptó cuando apenas era un niño de 8 años, Robert nunca supo de la vida fuera del seminario y lo que conocía le aterraba, su madre había sido una prostituta inglesa que se enamoró de un gran señor y lo engendró, pero al decirle a este hombre lo sucedido el la abandonó con apenas 100 libras para "hacerse cargo", su madre cayó en una gran depresión, pero las cosas no quedaron ahí, cuando el pequeño de rizos oscuros y ojos claros nació, su madre no tuvo otra opción que continuar con el desagradable oficio, dos, tres años pasaron cuando las cosas se comenzaron a poner peor. La comida nunca les faltó, eso era una bendición, pero cuando su madre alcoholizada llegaba con hombres, no siempre había tiempo para correr.

Padre -One Shot- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora