CAPÍTULO UNO Diario de Amanda Wise

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24 de noviembre 1958

Si lees esto, es porque me eh ido, desde noches atrás me eh sentido perturbada por sombras y sonidos extraños, mi madre no me cree, donde sea que yo vaya, sosteniéndome en cuatro paredes, oigo voces que me rodean, me despierto gritando y a veces llorando, vivo en un pequeño poblado, en éste pequeño poblado han merodeado historias y leyendas que por tradición la gente cuenta, ésta noche eh decidido escaparme, eh llamado un transporte que me venga a buscar, aunque me digan que me ven chica, mi manera de ser es de una mujer madura, tengo 15 años, mi test es clara y cabello largo castaño, ojos de color azul, soy hija única, mis padres llevan meses discutiendo y al parecer ésta noche mi padre ha tomado la decisión de dejarnos.

Estoy muy confundida, no sé qué hacer, ya no puedo dormir tranquila, necesito tener siempre una vela encendida para poder conciliar el sueño, al ser un poblado muy lejos de la ciudad, la energía eléctrica es muy limitada, solo la gente rica puede gozar de luz eléctrica, mientras que yo, debo sobrevivir de una miseria como una vela larga o un enorme cirio para que me alumbre todas las noches.

Se que la decisión que estoy tomando, no es la correcta, pero si es la única forma de no seguir viviendo en penumbras, prefiero huir de aquí antes de pasar una noche más en éstas cuatro paredes, que más bien, para mi parecen un infierno, el olor a humedad es muy desagradable, el techo gotea y mi cama vieja, parece más bien un pedazo de madera y resortes que una cama confortable y cómoda.

Veo el reloj y aun marcan las 12 :05 de la noche, mis padres no han parado de discutir y mientras escribo sostengo mi pequeña muñeca de porcelana, más bien es como mi única amiga, pues por la manera en que vivo, nadie me ha volteado a ver, estoy cansada de todos, estoy cansada de mi padre, todas las noches cuando mi madre duerme, escucho pasos acercarse a mi cama, unas manos frías siempre me tocan y cuando me asomo desde un pequeño orificio de mi sábana no veo a nadie, pero siempre oigo susurrar mi nombre, hay noches que siento que me tocan las piernas y cuando me asomo de golpe solo veo una sombra huir al pasillo, ¿no sé quién es? ¿no sé quién sea? Lo único que sé, es que estoy harta, harta de mi madre, que cada vez que quiero hablar con ella, el maldito alcohol y el cigarro no lo deja, y todo el tiempo es de hablar estupideces de mi padre, varias veces le eh dicho que lo deje, pero siempre que lo digo, recibo un par de cachetadas, siento mi cara casi deformada, me siento fea, sucia, sola, triste y desesperada.

Volteo a ver al reloj y solo veo que han transcurrido pocos minutos, eran 12 :05 ahora son 12 :10 ¿En qué momento viene el transporte por mí? Siento eterna la espera, en estos momentos solo oigo gritos y más gritos, si me quejaba de mi madre por el alcohol, mi padre es peor.

En la alacena solo veo vino, licor... alcohol y más alcohol, el olor del tabaco se encierra en cada habitación ¡Ya no aguanto más! ¿Es que no piensa el transporte llegar? ¡Ya me quiero largar de aquí! Odio mi vida, odio a mi padre, odio a mi madre, lo único que llevo es a mi muñeca de porcelana, éste diario y un pequeño libro que encontré la otra noche cerca del bosque.

Si se preguntan ¿Qué contiene el libro? Solo puedo asegurar que cada página está compuesta por varios símbolos, a lo mejor y cuando me haya largado de aquí, en la biblioteca de la ciudad pueda yo traducirlo, de todos los símbolos que trae, me llama la atención una estrella de 18 picas, ¿Parece un sol o será una estrella? Nota al pie, investigar más a detalle la historia de este libro.

Volteo a ver el reloj, veo que han dado las 12:30 a lo lejos diviso unas luces, ¿Será mi transporte? No puedo creer que han pasado ya más de veinte minutos y mis padres siguen peleando ¿Qué acaso no piensan acostarse? ¡Bueno! Por lo menos yo, saliendo de aquí, me olvidaré de este martirio. Veo que las luces prenden y apagan, ¡Si! Es mi transporte.

Dejo línea aquí para escribir apenas suba mis cosas sin que mis padres se den cuenta...

2458: PhobiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora