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¿Cuánto costaba una cirugía transgenero?

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¿Cuánto costaba una cirugía transgenero?. Su situación ameritaba una con urgencias, sin cita acordada y gratis. Tal vez elegiría una vagina pequeña, no tan grande y bien cuidada. De preferencia con vellos morados como su cabello original y de buen olor. Y para acompañar, un par de tetas vendrían bien. Unas bien grandes y con pezones rosas como en los hentais que se veía. Y su nuevo nombre podría ser Hanako, como el de su hermana.

Oh si, Hanako segunda, la puta.

Pero,¿Porqué decía cosas tan extremistas?.

¡Serás obligado a una orgía si en tu plazo de un mes no consigues tener relaciones sexuales con alguien! .

Si, era por eso.

—...Akemi–Senpai...ya deje de decir tantas mierdas.—. Grosero. El blondo reprimió aquella expresión de enfado y desaprobación. En su lugar, siguió con su deslumbrante sonrisa. —Yo puedo metersela a alguien y perder la virginidad, ¿no?. ¿Porqué la insistencia en perder la virginidad por detrás?. Así sea, déjeme cobrar como la puta en la que me voy a convertir.—.

A akemi se le torció la sonrisa. Le dieron unas ganas extrañas de lavarle la boca con su polla, haber si aún seguía insultando.

De nuevo sentía como algo en el empezaba a crecer; revolvía su estómago, queriendo tomar el control de sus extremidades para poder lanzarsele encima. Si, el no era para nada alguien fácil, aún así, sabía muy bien que deseaba realmente dominarlo, hacerlo lloriquear, y tener una clase de intimidad diferente como la de todos los integrantes del club.

Tal vez eran esos ojos los que le provocaban esas sensaciones.

Pero, de igual manera rió divertido ante lo que decía. Nadie había sido tan osado.
Lo positivo fue que no se retractó como los dos nuevos que habían entrado hace algunas semanas. De igual manera, le negó aquella posibilidad.

—Kazuki-Kun, no puedes cobrarle a los demás, El club no es un prostíbulo. Tiene que ser solamente por la entera causa. —. Le dijo, regalándole una serena y burlesca sonrisa.

Ese día, el club Yaribu* tenía la dicha de recibir otro miembro, clasificado como tachi* luego de un test hecho por el rubio de ojos celestes. Comúnmente, a los nuevos se les advertía de las consecuencias si no lograban integrarse adecuadamente y solo eso. Y, tal vez este favoritismo se debía a las tremendas ganas que desde hace mucho le tenía akemi. El estaba cien por ciento seguro que debajo de esas ropas holgadas y de talla grande se escondía un cuerpo masculino, pero delicado y delgado. Si, aunque el supuesto test le haya dicho que es un Tachi, el rubio sabía que no era cierto. Que hiro era un perfecto muerde almohadas.

Confiaba en su instinto, si no, aquellos bellos ojos de colores distintos le serían suficientes para una felación.

El de ojos azulejos posó su mentón en su mano, que relajadamente se encontraba apoyada con su codo en su pierna, el cual estaba cruzada con la otra. Si, se veía sereno y atento a todo lo que que decía el de ojos distintos, pero en esos momentos estaba en otro lado, encima de él, en medio de la cafetería llena de gente y escuchandole rogar por perdón mientras le embestia.

—...¿Akemi-Senpai?...—.

—Te estoy escuchando.—.

—¿Es verdad que tengo que "seducir" a alguien?, ¿no puedo tan solo preguntarle?.—.

Bien, allí empezaría su diversión.

—Bueno, el consentimiento es algo importante. Pero, los miembros del Yaribu* son conocidos por sus grandes dotes en la sensualidad y seducción. Así que, si realmente quieres formar parte del club y recuperar notas, tiene que ser bajo las reglas.—. Le regalo una dulce y paciente sonrisa, enredando sus dedos con los de su otra mano, preparándose mentalmente por ver como actuaba y tratando de deducir a quien escogería.

Cruzaba los dedos, esperaba que le tocara a él.

—Pero, usted me amenazó y dijo que me metería un dildo gigante si me negaba a...—. El blondo rió, interrumpiendolo.

—¡Ya no cuenta!.—.

Genial. Ahora estaba en una clase de red de trata de blancas sin salvación. Ahora era otro trozo de carne fresca que era lanzado a la jaula de los tigres. Era malditamente genial seguir siendo virgen por detrás y delante.

Por favor, nótese el sarcasmo.

El de ojos cual considerados eran "extraños" se dejó caer en el sofá, resignado, bufando en derrota y fastidio. No estaba mentalmente preparado para dejar que explotaran su cereza "femenina". A quien engaña, ¡Jamás planeo explotarla!. Pero como el presidente del club insistía en que esa era la que tenía que perder, no le quedo de otra. Tuvo que haber dado más de si mismo en Sociales, por esa materia había tenido que entrar en otro club y así, con las notas que sacaría de allí, recuperar sus notas perdidas. No era su culpa, el profesor era un total amargado.

—¿Y bien?. ¿Tienes alguna duda o problema?.—.

"Por supuesto que sí, tengo demasiados problemas e inconvenientes con tus reglas".

—...Para nada. Si eso es todo, tengo que retirarme. Gracias por su tiempo, Kemi-Senpai.—.

Ambas presencias se levantaron de sus asientos, dando una leve reverencia al contrario.

"Kemi-Senpai". Que empalagoso había sonado eso. Y, aunque no era costumbre siquiera entregar un pequeño consolador de 15 centímetros como regalo de bienvenida, enserio esperaba a que intentara usarlo, o mejor aún, pedirle ayuda.

Sería ya en otro momento que le regalaría un dildo a yuri. Otro mes debiendoselo.

—¡Nos vemos mañana para presentarte al club!.—.

Agitando su mano con sutilzea, se despidió irradiando alegría, pero como al principio, no recibió respuesta alguna. Tan solo un parpadeo le fue dado como un adiós, cerrando la puerta corrediza y perdiéndose por los pasillos.

Si, por favor, alguien asesine a su profesor de Sociales.

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𝙁𝙞𝙜𝙝𝙩𝙚𝙧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora