Hubiera.

¿Por qué?

Es lo único que pasa por mi mente una y otra vez, yo sabia que todo era una falsa ilusión, una inexistente esperanza y sin embargo me había arriesgado, de la forma más boba e inocente posible, pensando en que, una vez el futuro nos envolviera habría un lugar para mi, para ti, un lugar para ambos, único para nosotros. Que tonto fui.

No puedo culparte, tú nunca me diste alas, ni una mirada, ni siquiera una caricia fuera del trato de siempre, un trato meramente profesional, uno cercano pero no romántico, uno lleno de orgullo por mis logros pero jamas pasión hacia mi persona. No puedo culparte porque yo me tardé, porque yo en mi estúpida fantasía infantil pensé que estarías ahí para siempre. Pero el tiempo siempre corre y no espera a nadie.

Temí, ciertamente temí tu rechazo, temí que te alejaras de mi lado, temí tantas cosas que al final no pude evitar el evidente final, todo a lo que temí se volvió mi sepultura, se volvió la tumba de todos mis sentimientos y planes a futuro, los que por supuesto siempre te habían incluido desde que supe tu nombre.
Y es que ¿Porqué no temería? Una diferencia abismal de años nos separaba, una que ante mi percepción se trataba de nada, pero para la sociedad significaba una condena y estancia entre cuatro paredes para quien le habría robado todo a un chico que no tenía culpa de nada.

Por eso esperé, en silencio, impaciente pero sin demostrar nada. Te deseaba, te quería, te añoraba, como el recuerdo de alguien que simplemente no está más. Contaba los meses, días, minutos, contaba cada segundo hasta mi cumpleaños veintiuno.

01 de Julio y ya soy un hombre, alguien que ya no podría meterte en problemas, alguien que no sería una carga, alguien que podría ser tu compañero, tu colega, tu amante, algo más que un simple ex estudiante.

Fue mi culpa. De nuevo fue mi culpa, ya que si hubiera enviado en ese momento aquel mensaje, o te hubiera marcado, o te hubiera salido a buscar a la dirección de siempre, quizá esta historia seria otra. Quizá quien estuviese caminando a tu lado no sería aquel rubio que siempre denominaste mejor amigo. Quizá la persona con la que compartes miradas y sonrisas frente a seria otro. Quizá quien estaría luciendo aquel hermoso conjunto blanco acorde al tuyo hubiera sido otro. Quizá quien fuera el dueño de tu corazón hasta que la muerte los separe hubiera sido yo.
Quiza no tendría el corazón partido en dos.

Me imagino despertando a tu lado, si hubiera tenido esa oportunidad, de despertarte con besos, halagos, caricias, desayunos. Ir juntos a diversos lados, vivir con nuestros gatos, apoyarnos en todo lo que nos podemos ayudar, reír, llorar, discutir y reconciliar, seguir nuestras metas sin dejarnos de lado, llegar del trabajo y simplemente amarnos. Volvernos viejos sin alejarnos, estar en paz sin dejar de adorarnos.
Vivir día a día a tu lado, una vida contigo. Hubiera sido perfecto.

Pero el hubiera no existe.