PECAS PECOSAS Y EL INICIO

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PECOSAS

¿Quién es la pecosa? la vamos a presentar; es una joven colorina, mide 1.65, es de contextura delgada y se le hacen hoyuelos al sonreír. Cuando algo le causa gracia, la puedes escuchar desde lejos y cuando algo le desagrada, lo puedes percibir inmediatamente. Sin embargo, eso es lo que te cuento de ella, mientras que la pecosa se describe así:

Me gusta reír y llorar. Disfruto el silencio aunque soy una persona sumamente parlanchina. Me encanta dar y recibir amor. Lamentablemente a veces disfruto pelear, adoro tener la razón. Aunque me guste tener la razón, me entretengo cuando me llevan la contraria. El sarcasmo caracteriza mi personalidad. Tengo un carácter muy fuerte, soy gruñona y fácil de irritar. Contrariamente, me gusta lo sutil, que las cosas sean delicadas. Soy apasionada, siempre es todo o nada. Tengo un montón de opuestos, soy fría y cortante, pero al mismo tiempo, creo ser una romántica empedernida. Detesto que las personas sean pegotes o muy demandantes, pero cuando quiero soy extremadamente regalona. La crueldad es insoportable para mí, me molesta enormemente. Me considero una persona honesta, las mentiras me duelen y no las transo. Soy bastante madura en algunos aspectos pero una niña en la mayoría. Tengo el defecto y la virtud de analizar todo, literalmente todo, a veces es beneficioso, sin embargo, en algunas ocasiones resulta perjudicial. Una de mis características es ser increíblemente torpe. Soy impaciente pero me gusta que me tengan paciencia y no me presionen. En fin, a resumidas cuentas, soy una joven llena de contradicciones, todos las tenemos.


Vamos a adelantarnos y leeremos la primera carta que le hizo al basquetbolista:

Quizás, en un tiempo más, cuando lea esto, me ría, dentro de las opciones está que me sienta feliz y no me genere nada. Lamentablemente, se encuentra la alternativa que me da más miedo; sentir rabia e impotencia, porque es así como estoy ahora. Sentir eso, sería un retroceso en mis emociones, mi capacidad de perdonar y perdonarme. Especialmente perdonarme, por permitir que hicieras lo que quisieras siempre con todo, estar a tu gusto.

Supongo que la excusa y el argumento es que estaba enamorada, quizás aún lo estoy, pero el daño ya no llega a mí en la misma magnitud que antes porque me adapté a ti y las decepciones que conlleva quererte.

Realmente espero que algún día descubras cuánto te quise y cuánto habría dado por ti. Es una sensación ambivalente porque al mismo tiempo, espero que cuando llegue ese día, te arrepientas por todas las maneras en que me hiciste sufrir, siendo consciente de todas las formas en las que te quería. Seguido a ese sentimiento, quiero que ese día no me importe cuan profundo sea tu arrepentimiento, te desearé lo mejor y te diré que lo dejes ir, al igual que yo.

Contigo, fui feliz en infinitas maneras que al parecer ni siquiera fuiste capaz de entender porque las tiraste a la basura. Aún no puedo comprender cómo fue tan fácil. Eres la persona más egoísta, cobarde, estúpida, mentirosa, orgullosa y ególatra que conozco y quiero creer que se mantendrá así.

Como contigo todo es ambivalente, espero que sepas que eres una de las personas a las que más quiero, con todo mi corazón. También quiero que sepas que te odio, realmente te odio con todas mis fuerzas, pero sólo por hacer que te deteste. Convertiste todos mis buenos recuerdos en momentos que ahora son tan cuestionables. No creo que seas capaz de comprender cuanto te aborrezco, cuantas ganas tengo de no saber absolutamente nada de ti y cómo aún así, te extraño como nunca. No creo que lo entiendas porque yo aún no lo hago, durante mucho tiempo nuestra relación se basó en esa ambivalencia, por eso siempre volvimos al otro.

Espero que nunca te acerques otra vez a mí y que si llegas a preocuparte eso se mantenga ahí, que te quedes al margen. No quiero que vuelvas a aparecer en mi vida con tu estupidez y orgullo pero al mismo tiempo, es como si estuviera esperando una excusa para volverte a ver.

Sé que siempre te voy a querer, sé que tú a mi también, pero también soy consciente de que eres nocivo para mí. No puedo tener en mi vida a alguien que está acostumbrado a los vaivenes.

Estuve pensándolo mucho, yo creo que te amé y llegué a estar enamoradísima de ti. A pesar de eso, me voy a elegir y tú quedarás enterrado; como si ya no existieras. No te deseo ningún mal y quiero con todas mis fuerzas que seas feliz a tú manera, pero te ruego que te mantengas alejado de mí porque no merezco esto.

Todo esto fue hace seis años  y lo creas o no, aún no termina. Ese fue el comienzo de otra de las puertas que pecosa y el basquetbolista decidieron abrir

Ahora recordemos a esta adolescente enamorada de la idea del amor, enamorada de la teoría pero no de la práctica. ya que cuando llegaba, la adolescente se convertía en niña y salía corriendo, sin ser capaz de asumir sus sentimientos. No obstante, cuando el basquetbolista (le pondremos así) llegó a su vida, decidió dejar de retener sus sentimientos e intentar algo con la persona que había convertido en su mejor amigo, sin darse cuenta, comenzó a enamorarse de él, a sentir celos cuando él le hablaba de otras niñas, la pecosa estaba confundida.

Él es un estúpido, se decía a sí misma, se lo repetía una y otra vez, "le gustan todas", se convenció de esa idea, pero ¿sabes qué? creyó lo que se transformaría en su tendencia. "Lo voy a hacer cambiar" se dijo, yo seré distinta, él siente cosas por mí que nunca ha sentido, él me quiere, él me adora, él me respeta. Sin embargo, cuando básquetbol le confesó sus sentimientos, pecosa decidió no creerle. 

Soy un capricho para ti, por eso crees que te gusto, pero después se te va a quitar. Va a pasar lo mismo que haces con todas.

-No, porque tú me gustas, te quiero, te veo de otra forma y tú lo estás intentando negar. 

Curiosamente, la pecosa se convenció de lo que le dijo y aunque él con voz rasgada le pidió que hablaran en persona, ella prefirió cortar todo de raíz. "No hablemos nunca más entonces" así cerró la pecosa algo que en su interior, sabía que no sería un cierre, sería una puerta trancada, que fácilmente se podría abrir.

Meses después, lo volvió a ver, sintió todo lo que no se había permitido sentir; le gustaba, lo quería, lo quería cerca, lo quería con ella, pero él la ignoró. Se vieron en un cumpleaños, los dos deseaban esa cercanía que estaban negando por orgullo y eso fue lo que ganó; el orgullo. ¿Qué pasó? Abrieron la puerta, pero la abrieron para pelear, una excusa para estar cerca del otro de nuevo, sin importar la forma. ¿Cuál fue el resultado? Decidieron dejar de hablar "para siempre", sin embargo, sabemos que ese "para siempre" no existe, ni para bien ni para mal. Se vieron un par de meses después en otro cumpleaños. Y de a poco continuarían una historia que ni ellos sabían cuando terminaría. A pesar de eso, nosotrxs vamos a examinar su historia.

PECAS Y PECOSASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora