II

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Paul entró a la oficina de la manera más casual y se encontró con un George agitado que sin querer lo chocó por venir corriendo. Pensó que Paul se enojaría o algo por el estilo, pero éste simplemente decidió ignorar el pequeño golpe recibido por Harrison para seguir su camino.

—No entiendo por qué es tan difícil confirmar una cita.— se quejó Paul mientras George lo seguía.

—Lo sé, lo siento mucho, Paul. En realidad sí la había confir-

—Detalles de tu incompetencia no me interesan.— lo interrumpió Paul. —Dile a Mick que no voy a tomar a la chica que mandó para el montaje de Brazil. Le pedí que sea limpia, atlética y sonriente y me mandó una sucia, cansada y floja. Confirma mi invitación a la fiesta de Freddie para que el chófer me recoja a las nueve y media en punto. Llama a Bonzo del restaurante y dile que no, por la millonésima vez, no, no quiero tacos, quiero puré de papa con pollo a la plancha. —George anotaba todo en su agenda como podía mientras murmuraba cosas incomprensibles para si mismo —Luego llama a mi ex esposa y hazle recuerdo que hoy a reunión de padres en el colegio de Stella y Mary. Y después llama a mi esposa y dile que quiero ir a cenar a ese restaurante donde fui con David. Ah sí, y dile a Syd que vi las fotos que mandó para el artículo de los paramédicos, y todas se ven terribles. ¿Acaso es imposible encontrar a una chica que se encantadora y esbelta? No. ¿Estoy pidiendo las estrellas? No realmente. De paso, necesito ver todas las cosas que Ringo ha preparado para la sesión de fotos de la chica esa que tiene que aparecer en la portada... me pregunto si habrá bajado de peso. ¿Quién es ese?— le preguntó mientras se iba a sentar en su escritorio.

—Nada. Digo, nadie.— respondió George medio nervioso. —Recursos humanos lo envió para el puesto de segundo asistente y yo lo estaba pre entrevistando pero no tiene esperanza y es un desast-

—Bueno, claramente yo mismo voy a tener que hacer eso porque los últimos dos asistentes que tú me enviaste eran completamente inadecuados. Así que, déjalo pasar.

—Pero-

—Eso es todo.— Paul se sentó y tomó el periódico que estaba delante de él para leerlo.

—Claro...— dijo George forzando una sonrisa para salir de la oficina y decirle a John que pase —Quiere verte.

—Ah— John se levantó del escritorio y alzó su maletín. Nadie le había dado permiso para sentarse ahí pero como todos andaban tan preocupados con sus cosas ni se dieron cuenta.

—¡No dejes que él vea esa horrenda cosa!— le susurró George para que Paul no los escuche mientras le arrebataba el maletín para aventarlo a quién sabe dónde.

John lo miró feo pero decidió no decirle nada y simplemente entrar a la oficina del tal Paul. La oficina era enorme y tenía unos ventanales con vista a toda la ciudad. En las paredes se encontraban varios cuadros y fotos. Y alguna que otra planta para decorar en las esquinas y en el escritorio.

—¿Y tú quién eres?— le preguntó Paul levantando la vista del periódico.

—Eh... me llamo John Lennon. Acabo de graduarme de la universidad John Moores de Liverpool— le dijo John mientras dejaba su currículo sobre la mesa.

—¿Y qué haces aquí?

—Bueno, creo que podría hacer un excelente trabajo como su asistente— Paul lo miró de reojo y se puso a hacer otras cosas. —En realidad vine a Londres para ser periodista, y mandé cartas de solicitud a todas partes y finalmente me llamaron los de recursos humanos de Condé Nast diciendo que había un puesto para segundo asistente.

—Entonces... ¿no lees Vogue?

—Eh...—John hizo una mueca —no.

—Y antes de hoy... ¿no habías escuchado de mí?

—No.

—Y no tienes estilo, ni sentido de la moda.— Paul lo miró de pies a cabeza.

—Uhm...— John soltó una risita— creo que eso depende de-

—No no, eso no era una pregunta.

John frunció el ceño. Pero decidió agregar algunos datos que según él definitivamente convencerían a Paul de contratarlo. —También fui editor en jefe del periódico de la universidad, y gané el primer premio en una competencia nacional de jóvenes periodistas-

—Eso es todo.— Paul hizo un ademán con sus manos como diciéndole que se largara de una vez.

John lo miró incrédulo. Se dio la vuelta ya para irse, pero no. John no se iba a dejar humillar así. Se paró, volvió a darse la vuelta y empezó a hablar.

—Tienes razón. No encajo aquí. No tengo buena figura, ni soy elegante y no sé nada sobre moda.

Paul dejó de hacer sus cosas para dirigirle una mirada de reprimenda, pero puso un poco de atención a lo que John le decía.

—Pero, soy inteligente— continuó John— y aprendo rápido. Trabajaré muy duro para-

El momento se vio interrumpido por un Ringo que entró a la oficina cargando un folder con fotos.

—Acabo de recibir las fotos de la modelo para la portada— dijo Ringo. Paul inmediatamente dejó de prestarle atención a Paul para prestársela a Ringo. —El problema es, que con ese enorme sombrero decorado que tiene parece un florero la chica.— terminó por decir Ringo.

—Gracias por su tiempo.— dijo John en tono sarcástico mientras salía de la oficina.

—¿Quién es esa triste y amargada personita?— dijo Ringo con una cara de desagrado mientras veía a John irse. —¿Estamos haciendo un artículo de un antes y después del cual yo no me he enterado?

John ya se encontraba en la planta baja del edificio haciendo el check out, pero para su sorpresa...

—¡John!— le gritó George. 

John se dio la vuelta. George estaba haciéndole señas desde una esquina con su mano para que vuelva.

~Esa misma noche~

—Espera, ¿conseguiste trabajo en una revista de moda?— habló Cynthia.

—Aham— John asintió con la cabeza.

—Okay, okay, Paul es conocido por ser impredecible. ¿Qué esperabas?— hablaba un chico con el cabello bien arreglado y traje.

—¿Cómo demonios es que tú conoces a ese tipo?— habló otro chico.

John se encontraba en un bar junto con su novia, Cynthia Powell, y sus amigos, Brian Epstein y Stuart Sutcliffe.

—Pero, en serio, John, trabajar para Paul es gran cosa. ¡Millones matarían por ese trabajo!— le dijo Brian a John.

—Si, excelente. La cosa es que yo no soy una de esas personas.— le respondió John.

—Bueno,— Stuart interrumpió —o sea, uno también debe empezar en algún lugar, ¿no? Mira a Cynthia, ella trabaja en esa galería haciendo no sé qué. 

—Ajá, ¿y tú quién eres para hacer esos comentarios, Stu? Si tú también trabajas en una galería.— le respondió Cynthia molesta.

—Si, es cierto. Excepto que yo soy exitoso.

—Bueno, bueno,— Brian se unió a la conversación — por suerte yo tengo el trabajo ideal.

—Pero si estás a cargo de la tienda de tus papás...

—Ah, cierto. Mi trabajo es un asco.— respondió fingiendo secarse una lágrima.

Todos rieron.

—¿Un brindis por los trabajos que pagan el alquiler?—dijo Cynthia entre risas.

—¡Por los trabajos que pagan el alquiler!— dijeron todos al unísono mientras levantaban sus copas.






The Devil Wears Prada [McLennnon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora