El

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Matías.

He estado obsesionada con el desde tercer grado en la primaria.

1 año mayor que yo, un grado mayor que yo.

Solo podía mirarlo desde lejos, no tenía el autoestima ni la iniciativa suficiente para hablarle.
Solo se que gracias a él nunca pude concentrarme en alguien más.

Alto.
Frío.
Blanco tan pálido que podría camuflajearse en una pared blanca totalmente limpia, claro, si no fuera por su sedoso cabello negro.
Solía portar anillos y aretes de cruz.

Tenía suerte. No por el hecho de que podía mirarlo y el no lo notaba, creo. Me sorprendía que siempre me tocaba estar en el mismo colegio que el ya asistía, sin brujería, solo suerte.

Y yo, soy samanta.

Actualmente tengo 16 y entraré a preparatoria.

Nunca he sido el centro de atención en nada, a simple vista jamás seré interesante.

Mido 1.60

Pelo castaño.
Delgada pero sin cuerpo esbelto, con suerte muzlos grandes.

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