Erase una vez una niña
sola y angustiada.
Todos le pegaban.
La vida le pegaba,
el destino le pegaba,
su pasado,
presente,
y futuro
la mataban a golpes
de tiempo.
Erase una vez una niña
que se hundio en su pena,
en si misma.
Porque ella era lo amargo puro.
Erase una vez una mujer
que florecio de los restos,
de las cenizas,
de las ruinas de una pobre niña.
Creció fuerte y rota.
Floreció una rosa mustia
y eterna,
de espinas inquebrantables y emponzoñadas.
Erase una vez una mujer,
una rosa,
que jamás amó,
y no quiso ser nunca amada.
Ella convirtio su corazón
en bellas gotas de rocío lloradas
de sus dolientes y profundos ojos
de niña.
Y nunca sufrió
los delirios del amor.
Erase una vez la tristeza misma,
que se convirtió en Gardenia inmortal.
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Tú. Para ti. Con amor.
PoetrySiempre ha estado ahí, y ella, desde su silencio, nunca ha inspirado a bellas historias ni a batallas épicas a ningun escritor famoso. Pero sin ella quererlo es la que inspira mi vida. Ella es todo lo que soy ahora o la gran mayoria de ello. Porque...