la niña

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Erase una vez una niña

sola y angustiada.

Todos le pegaban.

La vida le pegaba,

el destino le pegaba,

su pasado,

presente,

y futuro

la mataban a golpes

de tiempo.

Erase una vez una niña

que se hundio en su pena,

en si misma.

Porque ella era lo amargo puro.

Erase una vez una mujer

que florecio de los restos,

de las cenizas,

de las ruinas de una pobre niña.

Creció fuerte y rota.

Floreció una rosa mustia

y eterna,

de espinas inquebrantables y emponzoñadas.

Erase una vez una mujer,

una rosa,

que jamás amó,

y no quiso ser nunca amada.

Ella convirtio su corazón

en bellas gotas de rocío lloradas

de sus dolientes y profundos ojos

de niña.

Y nunca sufrió

los delirios del amor.

Erase una vez la tristeza misma,

que se convirtió en Gardenia inmortal.

Tú. Para ti. Con amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora