ｯ HOLLYWOOD ━ 𝗔𝗹𝗶𝗰𝗲 𝗜𝗻 𝗕𝗼𝗿𝗱𝗲𝗿𝗹𝗮𝗻𝗱

level eight

LEVEL EIGHT; YOU ARE SMILING!

LA MIRADAS DE TODOS LOS PRESENTES ME ATRAVESABAN, juzgandome en silencio por lo que acababa de salir de mi boca como si nada.

— Quiero ser un soldadito de esos.

Lo repitió con la esperanza de que ahí todos salieran de su estupor y la tomaran en serio. Si en otros sitios la invalidaban o desconfiaban de ella por sus tatuajes, maquillaje oscuro y pintas de mafiosa, aquí la debían de estar juzgando por su exigencia de querer manejar armas cuando por la grosura de sus brazos tintados apenas parecía ser capaz de sostener un lápiz.

— ¿Sabes manejar armas?

— Podría decirse — mintió descaradamente.

— ¿Pelea cuerpo a cuerpo? — preguntó de nuevo ahora Aguni, como se había referido el Sombrerero al militar de mirada dura.

Ahí la habían dado. Gracias a sus conocimientos en gimnasia y ansias de pelea había ganado algo de defensa personal, pero sin llegar a ser experta. Se defendía, por supuesto, la pelea que tuvo con el cazador era la clara muestra de ello.

— Se enfrentó al cazador y le noqueó un par de veces — habló Chishiya por ella. Giró la cabeza para mirarle, topadose con su mirada calculadora en ella; no la daba buena espina ese rubio raro.

— Soy gimnasta profesional — presumió. Tal vez eso les convenciera.

— ¿A qué te refieres con que podría decirse que manejas armas?— inquirió el de gafas. La odiaba, estaba segura de ello.

Levantó la mirada chocando con la del Sombrerero, y ganó algo de confianza al ver que había algo de seguridad en sus ojos, como si de verdad se estuviera planteando meterla al grupito de machotes con pistolitas.

— Bueno — se levantó con plena confianza, acercándose a uno de los tipos y cogiendo el arma de sus brazos. No pesaba tanto como creía, pero más de lo que se esperaba por lo que casi se la cae de las manos—, atentos a esto, eh.

Sus horas jugando en las ferias y películas de mierda por la madrugada la hicieron comprobar el seguro para no quedar como ridícula, y apuntó directamente a una botella que había en una estantería. Si salía bien (cosa que esperaba) se creerían que era buena con las armas y sería bienvenida al grupo. Por otro lado, si disparar no era tan fácil como se veía en Misión Imposible o Mentes Criminales, podría cargarse a alguien por error y por consecuencia morir ella en segundos.

Cogió aire y, antes de que alguien la quitara el arma, apretó el gatillo.

Cerró los ojos esperando un grito, más disparos o un placaje doloroso, pero tan sólo se escuchó un vidrio romperse en pedacitos, y el silencio incómodo que se creaba cada vez que ella hacía una estupidez más grande.