Septiembre

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I

Foni

Lluvia, todo está empapado cuando intento bajar del coche de mamá, consigo ver que a diferencia de todos los demás días de los cursos anteriores la plaza de Waiso está impoluta.

Las gotas que caen de frente han aniquilado cualquier desecho que había sobre las losetas de cemento armado que cubren casi todo el lugar, que ahora lucen como cuando nuevas y recién pintadas, todo el suelo es como una bandera de franjas rojas y grises y justo en el centro descansa lo que en su día fue una escultura urbana hecha con bidones de cobre reciclados y pintados con motivos de temática "seguridad vial".

Hace bastante frio fuera pero en el interior del Seat Ibiza de mi madre refresca también, el AC está puesto a media intensidad, no es el mejor coche a mi parecer, si le preguntas a ella te dirá que se lo compró por su potencia y gran resistencia a los elementos, aunque todos los que estuvimos presentes en el momento de la compra te diremos que eligió ese en especial porque era rojo.

Me saco los airpods sutilmente, como si fueran a romperse entre mis dedos, los vuelvo a colocar en el interior de powerbank y me los meto en la mochila, esta es una sencilla de tres compartimentos y estampado de guepardo de un crudo color canela, abro el primer compartimento y dejo la cajita ovalada en alguna parte entre dos grandes cuadernos de tapa dura y aprovecho para sacar un botecito de vaselina que sabiamente puse mientras empacaba todo la noche anterior.

Me decido por fin a bajarme del coche mientras suena Falling like the stars de James Arthur en los altavoces del vehículo, pero antes de hacerlo le doy un beso a mi madre en la mejilla derecha, al bajar del asiento del copiloto me entrega mi bagaje con una sonrisa bien dibujada, tiene el pelo cobrizo partido por una línea simétrica, con esta luz apenas se le notan las canas y sus diminutos ojos se esconden tras unos enormes lentes de pasta negra que descansan sobre su nariz chata, se ha puesto un poco de maquillaje y lleva su pintalabios negro mate efecto humo como si se lo hubiese tatuado el mejor makeup artist del mundo, lleva un traje pantalón de terciopelo de color gris con lunares blancos y negros, le queda muy bien, y ella lo sabe. Mi madre es un ser bastante bello, no puedo evitar pensar en cómo debía de ser a mi edad, fijo que me daba mil vueltas, de esas chicas despampanantes que se vuelven mujeres despampanantes con el paso del tiempo, nada que ver conmigo, que aun habiendo dormido doce horas me levanto con todo el equipaje del príncipe Akeem en El príncipe de Zamunda al llegar a Queens en mi cara, al lado de mi madre soy un adefesio, con todo el respeto del mundo.

Una vez en la calle un golpe de aire frío me cubre los pies y siento un escalofrío, nunca he sido muy fan de las bajas temperaturas, lo paso fatal cuando llueve durante las noches y se me olvida cerrar alguna ventana y el viento me arropa hasta que cesan las precipitaciones y empiezan los resfriados. Me aferro a mi mochila y camino apurada sobre el arcén mojado, todo está igual que hace tres meses antes de las vacaciones de fin de curso, la calle es estrecha y en una pequeña pendiente y casi al final está el portón principal de mi Instituto, antes de entrar me aseguro de poner el móvil en vibración y aprovecho para vaciar mi barra de notificaciones, sólo hay avisos de instagram y algún mensaje de mi mejor amiga preguntándome si ya había llegado de Bata y si iba a estar el primer día de clases, echo un vistazo al reloj y suelto un suspiro, son las ocho y tres minutos, llego tarde, muy tarde.

Un fuerte olor a pintura plástica envuelve la zona de llegadas, me mareo un poco pero al aguzar el olfato puedo sentir que en efecto viene de la capilla, justo a la izquierda del segundo portón, la puerta está medio abierta y desde fuera se ven materiales de pintura tirados sobre una lona de plástico muy fina, puedo ver que falta el atril y el altar, siento el olor se intensifica cuanto más tiempo me quedo ahí de pie así que sigo caminando mientras me achico el agua del pelo mientras me quito el chubasquero blanco que llevaba puesto, mientras lo hago se me cae la mochila.

Negra de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora