El lobo y la cazadora [JeriBan] +18

Capitulo 1

Esta historia tiene lugar en la Edad Media, en un pequeño pueblo llamado Zakarpats'ka.

Situada al pie de la montaña y rodeada al sur por un denso bosque, Zakarpats'ka tenía poco más de trescientos habitantes y era un pueblo tranquilo, con sus habitantes sombríos y un clima predominantemente frío que los castigaba todos los días.

Era un pueblo como cualquier otro, con pocas tiendas en su calle principal y pequeñas casas diseminadas aquí y allá; de aquellos donde todos se conocen y saben la vida de todos.

La mayoría había nacido allí, mientras que otros, como era el caso de una joven cazadora, había venido de lejos y había llegado con nada más que un bulto a la espalda y un pasado oscuro.

Y como todos los pueblos pequeños, Zakarpats'ka también tenía su historia con lo sobrenatural. En su caso, más precisamente, con el lobo sanguinario que aterrorizaba el lugar, matando a todas las criaturas, destruyendo las plantaciones y asustando a todos.

No se sabía mucho sobre él, aparte del hecho de que todos los que fueron lo suficientemente valientes para perseguirlo nunca regresaron para contar la historia.

Hasta que la joven cazadora​ decidió probar suerte.

Y es a partir de aquí que se cruzan dos vidas y comienza la historia.

Jericho caminaba sin prisas por las calles del pequeño pueblo cargando en la espalda una bolsa que contenía su cacería de la semana.

El viento frío de media tarde azotaba de forma despiadada su rostro, haciendo que sus mechones lila platinados de su cabello se pegaran a su piel y ocasionalmente perturbaran su visión.

Era principios de julio y el invierno estaba en su apogeo. Las mañanas eran frías y las noches aún más, los mayores decían que se acercaba una ventisca y ella no dejaba de estar de acuerdo con ellos. Había comenzado a nevar hace unas semanas y el clima solo mostraba signos de empeorar.

Algunos niños jugaban en la calle, cantaban una canción en círculo y algunos residentes iban y venían de sus casas.

Algunas personas, generalmente hombres, se detuvieron para saludarla y felicitarla por su regreso; otros simplemente la vieron pasar con la habitual expresión de desprecio en sus rostros.