Todas las mañanas le saluda con un “buenos días”. Esos ojos avellana abriéndose lentamente ante el brillo de la mañana son lo único que lo mantiene con una conciencia medio sana. Apenas Hinata se despierta, a la primera persona que mira es a Kageyama. Solo que no sabe que él está ahí.
En los tres años que Kageyama trató de acomodarse a la novedad. Pensaba que eran dos, su soledad y él. Le hablaba, le decía que no me molestara con comentarios inoportunos para esa etapa. Y para la siguiente, claro. O sea, que no le molestara. Si le quería acompañar, bienvenida, pero calladita. Le era difícil entenderse con ella.
Ya había escuchado diversas recetas para combatirla, pero no las había conciderado necesarias para el.
Un vacío es algo que falta. Por ejemplo, las referencias que conducen a la misión personal en esas experiencias terrenales. ¿Para qué has venido a la vida? ¿Qué trajiste para darnos? ¿Que puso el dios creador en tu sangre? Somos almas ocupando cuerpos. Amor, como energía mayor.
Kageyama no sabía porqué existía, porqué seguía como estaba, porqué se alejó de su familia poco después de enterarse que debía ser mayor para el tratamiento de purificación de almas. Estaba devastado, pero el tan solo saludar con un "hola" a Hinata cuando el colorado volvía de la universidad lo hacía feliz.
¿Le dolía? Le dolía a horrores. Más cuando Hinata encontró a otro amor y lo llenó de cariño.
Pfft. ¿Acaso él llegó a ser un amor para Hinata? Fue algo deprimente ver cómo tanto Tsukishima como Hinata lo buscaban con la mirada en el salón y luego iban a su casa para intentar saber qué le había pasado.
– Tobio se fué al extranjero, no dijo nada para que nadie se negara.
La respuesta de su madre, siempre con ese tono de melancolía. La extrañaba, pero no podía llegar y hablarle de la nada después de escapar de esa forma. Tres años, tres años que fueron una tortura. Ahora con dieciocho no cree poder lograr recomponer su estabilidad.
Ojos tristes se iluminan al ver el rostro de Hinata dormir plácidamente.
– Perdón, las cosas no pueden continuar así.
Una voz detrás de él le toma por sorpresa, intenta torpemente resistirse pero en un segundo todo a su alrededor se torna oscuro.
[. . .]
Kageyama no le encuentra significado a nada si no es con Hinata. Lo quiere. Lo quiere a su lado pero a la vez no. No lo quiere al lado suyo porque cree ser una mierda, callada, nada interesante. "No me elijas a mí, ve con tus amigos, ellos si te quieren a su lado" pensaba cuando Hinata se acercaba mucho a él, dejando de lado sus otros lados afectivos. Pero... ¿Porqué le dolía tanto cuando Hinata estaba con ellos? ¿Cuando los eligía antes que a él? Tal vez si le hablara un poco más se volverían más cercanos y podrían compartir lo que comparte Hinata con aquellos.
Lo quiere. Lo ama. No quiere darle un verbo para lo que el siente por Hinata pero no tiene otra forma de explicarlo. Porque es inexplicable.
– No me quiero ir...
Un susurro lastimero, busca en sus memorias algo que le traiga cierto calor a su corazón mientras lágrimas saladas se deslizan por su rostro. No quiere dejar a Hinata atrás.
Sus padres insisten, Bokuto también lo hace. Dice que vale la pena, que ahora puede ver a Akaashi y salir con el, que la sensación de vida es algo único y qué tiene que volver a experimentarlo. Tiene una oportunidad, no puede desaprovecharla.
¿Vale la pena? Va a dejar todo lo que tiene atrás durante años para después volver. ¿Y si cuando vuelve ya todo cambió? No le gusta el cambio. No le gusta extrañar.
– Ya te dimos tiempo para pensar.
¿Tiempo? El tiempo lo ahoga, no quiere estar ahí, no quiere que el tiempo pase, no quiere crecer y pensar. ¿Pensar? Si pidiera tiempo para ello tardaría toda una vida. Aunque la suya ya se acortó bastante.
Busca canciones que le recuerdan a el, las pone en una playlist y las escucha continuamente, aguantando las lágrimas que amenazan bajar por sus ojos. Tiene a Hinata a su lado, pero no lo siente así, ya no más. Pasan por su mente recuerdos de los últimos años, los buenos días hacía Hinata.
No hay sensación. Es solo una memoria.
No es como cuando recuerda esos momentos felices en su última y primera salido con sus amigos. No hay una sensación de que lo que vivió con Hinata los últimos tres años pasó, porque no existió. No lo vivió, pero tampoco puede decirle que es una etapa, nunca podría decir que sus sentimientos hacia Hinata son una etapa.
– ¿Estás listo?
¿Cuánto falta para terminar? Se pregunta continuamente mientras su cuerpo empieza a dolerle cada día un poco más. ¿Se está muriendo o está volviendo a la vida? No puede seguir, su corazón pierde la chispa. Necesita ver a Hinata, aunque el colorado no pueda saberlo.
Observa sus costados con terror, no está seguro, simplemente sigue órdenes de los demás. Cómo siempre lo a hecho. Bokuto le mira con cierta preocupación, pero a la vez con una chispa se esperanza salpicando sus pupilas, a su lado, Akaashi también le demuestra su apoyo en esto.
– Estoy... Listo.
Su voz seca resuena en la habitación, las manos le tiemblan del miedo, su madre toma una con delicadeza, pero a la vez apretándole, transmitiendole paz. La imagen de su abuelo pasa por su mente durante unos segundos y ya no puede seguir reteniendo el llanto.
No lo retiene en ese momento, no lo retiene después, llora durante años, llora hasta la parada del autobús. Lágrimas repletas de sentimientos abundan en su corazón, felicidad como sensación inicial e inigualable.
Hinata le observa con rareza, levanta una ceja, como si intentara recordar su nombre. Luego de unos segundos los ojos avellana se abren con sorpresa y nuevas lágrimas se suman a las suyas.
El atardecer los tiñe de colores suaves, diminutas linternas empiezan a notarse del otro lado del cielo amenazando la llegada de la noche. Kageyama sigue con una mano agarrada del barandal del autobús estacionado, con medio cuerpo afuera, observando intensamente a Hinata.
Todo es especialmente único.
Sus labios se curvan ligeramente, en una sonrisita feliz, como si estuviera reteniendo toda la alegría que tiene almacenada. Hinata no se contiene y muestra sus blancas perlas al mundo.
– Hola.
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¿Hola? kagehina
أدب الهواة(sin descripción ni portada aún) Aviso, no hay volley. Y hay un cacho de fantasía al final. Historia corta, muy a las apuradas. Ya sé que escribo feo, no te quejes de las comas.