Huida

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Después de ir al cuarto de baño que había en la habitación y ponerse una bata, Taemin descubrió que estaba muerto de hambre.

Se comió el plato de huevos con tocino y dos rebanadas de pan tostado y una taza de café.

Necesitaba un baño. De pronto la idea le fascinó. La ducha de su hogar no estaba mal, pero un baño con espuma perfumada sería el paraíso. Llenó la bañera y se sumergió en el agua llena de sales perfumadas, intentando vaciar su mente.

De pronto, a su mente acudió una pregunta. ¿Por qué Minho no lo había llevado al cuarto que compartían como matrimonio? ¿Por qué no se había aprovechado de su situación?
Por supuesto que no lo habría forzado, pero... se habría despertado a su lado aquella mañana.

Cuando él había dejado a Minho, había dejado toda su ropa en el armario, y Minho podría haber usado esa excusa para llevarlo allí. Si bien el mayor nunca había necesitado de excusas cuando quería hacer algo.

Levantó una pierna, haciéndola asomar por encima de la espuma. Miró su pie y se dijo que, si hubiera estado en su
dormitorio, habría sucedido lo inevitable. Evidentemente Minho no había querido que compartieran su dormitorio de nuevo.

Se levantó de la bañera. Dentro de poco, ya no estarían casados y él no volvería a pisar aquella casa, pensó.

Después de secarse se puso crema para el cuerpo. Y fue entonces cuando llegó a la conclusión de que debía hablar con SooJin. Su corazón se aceleró al aceptar por fin la idea que le había estado rondando desde que había hablado con Key.

Un golpe en la puerta lo alejó de sus pensamientos.

Taemin se envolvió en una toalla grande por la cintura y usó una bata que se dejó abierta también, antes de abrir la puerta.

—Hola —sonrió Minho—. Llegué a pensar que podrías haberte ahogado.

—Ha sido agradable tomar un baño, para variar —cuando vio que el mayor alzaba las cejas, le explicó—. En casa tengo sólo una ducha.

—Esta es tu casa —respondió Minho con una expresión diferente.

—¿Está lista mi ropa?

—No. Pero como te he dicho antes, tienes un armario entero de ropa en nuestra habitación. Ve y elige lo que quieras ponerte.

Él se puso tenso. El haber ido a aquella casa y haber estado en una de las habitaciones de invitados ya había sido suficiente para despertarle los recuerdos. No sabía cómo iba a sentirse en su dormitorio, donde habían pasado tantas horas felices, de amor, ternura y pasión. Pero no podía demostrarle lo que sentía. Choi lo tomaría como una muestra de debilidad y sacaría ventaja de ello.

—Bien —respondió con la frente alta.

—Personalmente, pienso que estás estupendo con la ropa que llevas ahora —lo miró, dirigiendo sus ojos a la toalla de la cintura.

—No creo que una toalla en la cintura merezca semejante comentario.

—Tal vez, no. Pero uno puede soñar despierto, ¿no?

—¿Y mi ropa? —preguntó él, para cambiar de tema.

—Enseguida, señor Lee —Minho abrió la puerta del dormitorio.

A pesar de que el menor se había preparado para el momento en que Choi lo llevará al dormitorio de casados, no pudo evitar sentir algo parecido a un shock eléctrico al entrar en aquella espaciosa habitación. Las ventanas estaban abiertas, y la fragancia de la lavanda dominaba el ambiente. Él intentó permanecer imperturbable, y caminó hasta el vestidor.

Errónea TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora