Cena

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La cena estuvo exquisita, pero Taemin no lo había dudado. Mi-Kyung era una excelente cocinera y habían acompañado la comida con un vino que no la opacaba. 

Además, Minho fue un acompañante perfecto. Habló de cosas triviales y estuvo amable y conversador. Pero Taemin se decía que no debía bajar la guardia. Había vivido con Minho un año y medio y habían salido nueve meses antes de casarse, y sabía que, si quería algo, no dudaría en conseguirlo como fuera. 

Y en ese momento lo quería a él. 

La mesa había estado servida para dos, con velas y servilletas perfumadas. Todo había sido perfecto. Y Choi había contado con la ayuda de Mi-Kyung. 

¿Qué le habría contado a la mujer acerca de su ruptura?, se preguntó. 

Seguramente, no le había dicho la verdad. Después del postre se dijo que ya estaba bien, que no quería seguir con aquella farsa. 

Acababa de contarle una anécdota del trabajo y Choi se había reído relajadamente, con aquella sonrisa atractiva que tenía. 

¿Qué estaba haciendo?, se preguntó, furioso.

¿Cómo se había metido en semejante historia?

Minho había vuelto a irrumpir en su vida, y él lo había dejado. 

—¿Qué ocurre? —preguntó Minho. 

Taemin alzó la cabeza y lo miró, intentando disimular su repentino miedo. 

—¿Qué...? —se sobresaltó Tae. 

—Me equivoco, ¿o volvemos a estar en el punto de partida? ¿Por qué? 

¿Se daría cuenta Minho de lo devastadoramente atractivo que era

Por supuesto que se daba cuenta. Había aprendido a usar su atractivo desde muy joven. Su hogar tampoco había sido ejemplar, su madre era alcohólica y su padre apenas estaba en casa. A los quince años, se había ido de casa. A los dieciocho había creado su propia empresa de equipos de sonido con dinero prestado, y a los veinte años había conseguido una posición con la que había podido dar a Soo Jin, quien era cuatro años menor, un hogar, después de que su madre hubiera muerto por problemas relacionados con la bebida y de que su padre hubiera desaparecido de sus vidas para 
siempre. A la edad de veintidós años había conseguido su primer millón, y los siguientes años siguió acumulando más. Era un hombre que se había hecho a sí mismo, y a los treinta y cinco años que tenía ahora había conseguido un nombre y que lo respetarán a la vez que le temieran por su implacabilidad.

Pero nunca había sido implacable con él. No sabía de dónde le venía aquel pensamiento, y no le convenía a su determinación de apartarse de Choi... Claro que el engaño era peor que cualquier otra cosa... 

Soo Jin estaba segura de que había tenido otros y otras amantes además de Yoon-Woo, pero incluso si no hubiera sido así, una infidelidad era suficiente. 

—No sé de qué estás hablando. No hemos vuelto a ninguna parte, porque no hemos avanzado hacia ninguna parte tampoco. Tú me invitaste a cenar porque... 

¿Qué le había dicho a Minho exactamente?, pensó. 

—¿Porque yo quería estar contigo? —sugirió Minho. 

—Porque querías que nos separáramos de una forma civilizada —dijo, recordando de pronto. 

—Veo que sigues con lo mismo —adivinó el mayor. 

Él lo miró. 

—Mira... 

—No, mira tú, mi guapo y perversa  galletita —Choi se puso de pie con un solo movimiento y tomó sus manos para que él se pusiera de pie—. Estoy intentando aclarar las cosas. 

Errónea TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora