Capítulo 2

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Suena el despertador y me levanto con un salto enérgico con una sonrisa en la cara de oreja a oreja, tengo tanta emoción dentro de mí y eso que ni siquiera estoy seguro de si saldrá todo bien o todo se irá a la mierda, pero bueno, no podía evitar alegrarme por esa noche que pasaré con ella.

Me vestí rapidísimo y eso que siempre tengo que ir con prisas al autobús, me puse la música a tope y como costumbre me sumergí en mis pensamientos marginandome de lo ajeno pero esta vez con ánimos de estar en clase y no con ese aire lúgubre que siempre aparento.

Entré en clase y no la vi, pero bueno, supongo que estará al llegar o se ha retrasado un poco. Esperé y esperé y no llegó, ese día no vino, se me quitó un poco la alegría ya que me encanta verla todos los días, tocar su tersa piel, ver sus ojos color tierra que con solo mirarlos te fundes en un sueño profundo y perfecto.

Pasó el Martes, se esfumó el Miércoles, le siguió el Jueves y finalmente... el Viernes. Salí del autobús a eso de las 15:20 y me fui camino a casa, triste, con la cabeza agachada, sin ánimos de nada. Lo peor de todo es que le podría haber hablado por el móvil pero lo tiene roto. Me dormí toda la tarde y me desperté a eso de las 21:00, perfecto, a la hora de cenar. La mesa estaba ya puesta y la comida precalentada del medio día en ella.

Todos mis planes se habían ido a la basura pero ocurrió una cosa inesperada, justo cuando estaba terminando el asqueroso pollo mi madre me dijo: - Charlie te han llamado al móvil pero no he querido cogerlo porque como son tus cosas. No podía ser, y si Natalia me había llamado? Tengo que ver ahora mismo quien me ha llamado. Me fui corriendo sin decir nada, cogí el móvil y vi que me había llamado un número desconocido, un teléfono fijo.

Tal vez ha sido ella desde su casa, tiene lógica, creo. Llamé en seguida y todas mis esperanzas se dieron un golpe tremendo al escuchar al otro lado del móvil a una de las recepcionistas de una marca de teléfonos la cual había llamado para decirme que me cambie de compañía...

Colgué al instante, me deje caer en la cama, sin ganas de nada, triste, sollozando, queriendo irme muy lejos para olvidar toda la ilusión que me había hecho durante esta semana. Me dormí, mas no quería seguir pensando en todo lo malo que había pasado.

Me desperté al día siguiente, sin ganas de nada, estuve una media hora tirado en la cama mirando el techo, con la mente en blanco. Me levanté de la cama y me miré al espejo. Lo único que veía era un chico de 1,76m de estatura, con el pelo de punta despeinado, flacucho, ojos verdes pero tristes hundidos en tristeza.

Fui al baño, me duché y me vestí como siempre con mis guantes, mi pulsera de pinchos y completamente de negro. Me encerré en mi cuarto y me encendí en un cigarro mientras pensaba en lo inocente que fui al pensar que todo saldría bien, que sería como un maldito cuento de hadas, eso solo es para los cuentos, mierda de vida.

Llegó la hora de comer, ya toda mi familia en la mesa, había pasta para comer, la única cosa buena que podía pasar ese día. Ya en medio de la comida me sonó el móvil. Me levanté con brutalidad, enfadado porque sabía que era otra vez la chica de la compañía de teléfonos, cogí el móvil sin mirar el número de teléfono y lo descolgué. Al escuchar la voz se me abrió los ojos como platos, no podía hablar, estaba mudo, era Natalia, era ella, todo se había vuelto de color otra vez y volví a tener una sonrisa en la cara.

Me dijo que había estado mala estos días y que no ha podido ir al instituto. Yo le dije que no pasaba nada, me importaba una mierda lo que me dijese solo quería saber si podía ir a su casa o había que anularlo, se que suena mal, pero era lo que pensaba en ese momento. Al final me dijo que fuese a su casa a las 17:00 y eran las 15:40¡ no tenía tiempo de prepararme, como ella no había venido estos días al instituto y no me había llamado ni siquiera pensé en prepararme como le iba a decir lo que sentía, iba a ser un caos.

Con los nervios me duché otra vez, me puse colonia, me peiné corriendo, y eso que yo tardo media hora en peinarme, y me vestí con lo mas elegante que tenía en mi armario, no tenía nada elegante vale... me vestí como estaba antes, me daba igual, estaba feliz, nada podía destrozar ese día.

Ya las 16:50 de la tarde le dije a mi padre que me llevase a su casa y por suerte no hubo ningún inconveniente y nos fuimos de camino a la que podría ser la noche más feliz de mi vida.

Llegué a su casa, salí del coche, vi como mi padre se alejaba conduciendo, respiré hondo, me acerqué a la puerta y toqué el timbre. 

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2015 ⏰

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