Capitulo 3 "Sueńo con tu mirada"

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Luisita llegó al hospital donde estaba su hermanita y Manolita que no dejó a su hija en un paso

- Mamá - Luisita tocó el hombro de Manolita que estaba sentada frente a la dormida Catalina

- Ay hija me asustaste que paso? te las arreglaste para conseguir el dinero?

- No, no me prestan porque no tengo un trabajo fijo, pero no te preocupes, de alguna manera conseguiré este dinero.

- Es mucho dinero

- Si pierde, tal vez vendamos un bar por un apartamento? Tenemos que hacer algo para salvar a Catalina

- No es facil vender un departamento o bar, ¿no sabes? Podría llevar meses, y Catalina ya necesitaba ese corazón

Catalina se despertó

- ¿Mamá? Luisi? ella dijo con una voz apenas audible

- ¿Como te sientes carińo?" Preguntó Manolita

- Muy débil, ¿ya saben algo de mi corazón?

- Todavia no, Pero seguro que no te quedará por mucho tiempo un corazón

Luisita quiso ayudar mucho a su hermana, vio que estaba sufriendo mientras yacía en el hospital, tambien su madre era terminada, Luisita ayudaba en el bar, luego de la muerte de Marcelino no terminó la escuela porque no había dinero para que Luisita continuara su educación, tenía que cuidar de Catalina, Maria estaba en San Francisco con sus cosas, y no tenía tiempo de venir a Madrid, todo estaba en la cabeza de Luisita, ahora para conseguir dinero y salvar a su hermana

Ninguna de las personas que conocía con las que era amiga quería pedir dinero prestado, o tal vez él no tenía, sus piernas la llevaron al parque donde podía sentarse sola y pensar y llorar por que eso hacia ya tanto tiempo, su padre era su mejor amigo y ahora no esta, su hermanita la necesidad, eso es la vida? no eso no es la vida, eso es un horror de vida

Llevaba varios días viniendo a este parque, no sabia por que

- Hola- escuchó la voz de una mujer, miró hacia arriba y vio la morrena que había visto hace unos días

- ¿Tu otra vez? Por favor, ¿puedes dejarme? No me siento bien

- ¿Estás llorando? Que esta pasando? - Se sentó a su lado, sacó un pañuelo de su bolsillo - Tómalo

- Gracias- Tomó un pañuelo y se secó los ojos.

- ¿Por que lloras? Que esta pasando?

- No nos conocemos, y no quiero hablar perdon

- Entiendo, nos sentaremos en silencio

Amelia no quiso dejar sola a Luisita, sintió que la necesitaba y también se admitió a sí misma que le gustaba

- Tu eres una terca - dijo Luisita - De verdad quiero estar sola

- Tal vez soy muy terca, pero veo que estas mal y no quiero dejarte sola

- Estoy bien por mi cuenta

- No lo dudo, pero quiero ayudarte, como te llamas?

Luisita se levantó del banquillo

- Mejor me voy

- Empezaré a llamarte Ojitos fugitivos-, rió Amelia.

- No me importa, espero que no nos volvamos a ver, adios

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