Abril

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2 de abril:

Abril, hasta el 31 de mayo no te quites el sayo. No era así. O sí. Quién sabe.

Hay días que me noto completamente recuperada y más consciente de la realidad que me rodea. Me gusta bastante engañarme a mí misma. Me gusta sufrir a lo tonto. Yo misma me autolesiono para poder sentir, para poder sentirme viva otra vez. Es mejor sentir mal a no hacerlo. Hasta aquí he llegado.

Me duele el alma, me duele el alma de barcos, de cenas, de mares, de situaciones que solamente existen en mi cabeza, situaciones que nunca podré convertir en realidad porque no me lo merezco, porque no sé hacerlo, porque el miedo inunda mis venas. Son todo sentimientos negativos y no veo el momento de que esto cambie. Estoy abocada al fracaso y a la mediocridad.

Hoy es un acantilado, unas rocas a la altura del mar que permiten observar en todo su esplendor la magnitud de este. Ojalá poder quedarme a vivir aquí, fusionarme con él, aunque aun así no fuera a ser feliz. Ando rápido, mirando al suelo incapaz de sostenerle la mirada a alguien, llego y me siento a una altura suficiente en la que mis pies no tocan el agua en ningún momento.

Simplemente estoy aquí, existiendo, dejando que mi mente se disocie por completo de mi cuerpo. No estoy, no existo, no soy yo, soy una ilusión, una fantasía, mi ilusión, mi fantasía. Y aún así sigue sin ser suficiente.

La insatisfacción crónica no me deja vivir. Auxilio.

Creo volverme loca con el paso de los minutos, intento volver a la consciencia en vano, no lo consigo. Es tarde, ahora si estoy ida por completo y no parece que vaya a volver pronto. Creo desaparecer, desfallecer de algún modo, espero que para dejarle paso a alguien que sea infinitamente mejor, aunque eso no tenga dificultad ninguna dada la situación.

En el otro lado, mis sentidos son capaces de sentirlo todo a mi alrededor. Me planteo desaparecer, me planteo las consecuencias de introducirme en el mar y no volver a salir. Mi entorno está patas arriba, lo pongo todo en su lugar y en cuestión de segundos vuelvo a armar el desastre, fiel representación de lo que me ocurre. No soy capaz de mantener un cierto orden, una cierta estabilidad que me permita pensar con claridad.

No hay forma de arreglarme. En realidad, sí que la hay dejando de lado que el remedio es peor que la enfermedad. Hay una forma de arreglarme, bastante irreal, pero existe.

Quedan un tiempo para uno de los momentos más trascendentales de mi vida. Entonces sabremos si me acabo exiliando en busca de evitar mi propia muerte.

Sea cuando fuere.

DIARIO DE UNA COLECCIÓN DE FANTASÍAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora