Capitulo 1

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Había cuatro camas, tres ocupadas una de ellas por una mujer que rezaba apresuradamente con un rosario y tenía la vista clavada en el suelo, era debilucha y la mirada afligida de su cara daba pena. Tan similar a Luciana.

Había otra alta con aspecto desaliñado, gitana. La cual no tardó en verla con severidad inspeccionándola de pies a cabeza.

—Gobernanta, ¿Otra novata? Aquí estamos completas.—Una mujer se apareció haciendo sobresaltar a la rubia.

—Zulema, ya escuchamos tu pedido una vez pero ahora ella no tiene otro lado donde ir.—Explicó las cosas, lo que significaba que la tal Zulema la tenía comiendo de su mano.

—Al suelo.—Chistó su lengua.

—Entra Carvajal.—Ordenó la funcionaria para luego cerrar el lugar.

—No me jodas novata, no si quieres sobrevivir.—Soltó la tal Zulema.

—Soy Luciana.—Corrigió con temor.

—¿Te he preguntado tú jodido nombre acaso?—Frunció el ceño.—Vaya Casper, parece que tenemos alguien que te ayude con tus trabajos.

—¿Qué?—Murmuró horrorizada.

—Escúchame, Luciérnaga.—Aclaró su garganta.—Cuando salgas de aquí todas las presas querrán que les comas el coño...

—No soy lesbiana.—Interrumpió ella.

—Que novedad, a nadie le importa haz lo que te digo y haré de tu estadía en esta pocilga menos horrible.—Propuso.

Sí antes tenía miedo, luego de las palabras de Zulema había quedado completamente aterrada, necesitaba que el oxígeno llegara a sus pulmones y de ahí a su cerebro.

—Me niego.

—Como quieras, mientras estés en mi celda sigues mis órdenes.

—No lo haré.

—¿Y qué puedes hacer al respecto? Nada. Sin mi todas esas putas reclusas irán por ti, es tu decisión.

—No puedo.—Y su voz sonó tan devastada como se sentía en ese momento.—Yo...

Cuando la vio aceptarlo, la sonrisa plena y satisfecha de Zulema se lo decía todo. Cuán fácil había sido para esa mujer pisotearla, Luciana jamás había sentido una envidia tan enfermiza como en ese momento a su pasado.

—La de allá será tu cama, Luciérnaga.—Zulema señaló a la dirección de la Gitana.

Pronto estaba arreglando las sábanas sobre el duro colchón bajo la atenta mirada de su compañera de litera.

—Soy Saray.—Dijo la chica.

Pero Luciana no respondió solo se limitó a verla de reojo con sus manos temblándole a más no poder.

—Venga que cuando te acostumbres la Zulema no te parecerá tan mala, Lucianita.—Se mofó.—O qué tal, ¿Lucy?

Y de nuevo no dijo nada, tímida se recostó sabiendo que pronto llegaría la hora de dormir, un frío agudo y que la hacía retorcerse poca diferencia tenía su cama con el suelo mismo, y sin importar cuánto lo intentara, cuanto se frotara contra el colchón, no lograba calentar su cuerpo del todo.

Cuando el cansancio finalmente logró vencer al frío, se dejó llevar consiguiendo dormir con intranquilidad.

—Lucy, levanta.—Saray hizo sonar la escalera de la litera obligándola a despertar.

—¡Joder! Menudo susto.—Reposó su mano contra su pecho aterrada.

—Duermes como un ángel, deberías ser más cuidadosa.—Rodó los ojos.—Venga es hora de ducharse antes de que se acabe el agua caliente.

Pronto estaban rodeadas de diferentes presas que se la comían con la mirada, momentáneamente se estremeció de tan solo imaginar lo que le harían de no ser porque Saray estaba a su lado.

—Saray...—Miró a su izquierda, la gitana ya no estaba.

Dejó su ropa y toalla cerca a ella para huir en caso de requerirlo, pronto estaba desnuda y las miradas no tardaron en ver su delgado casi perfecto cuerpo.

—¿Eres novata?—Una mujer de 50 y tantos años de acercó a ella.

Permaneció en silencio mientras el agua comenzaba a recorrerla toda, calientita en ese momento compensando la mala noche que había pasado.

—¡Responde!—Le dio un empujón—¿Me vas a ignorar? Puta novata.

Con rudeza la tomó del cabello haciendo que Lucy soltara un chillido de dolor;—¡Déjame maldito vejestorio!

—Te voy a enseñar como son las cosas aquí, ¡Arrodíllate y cómeme el coño!—Intentó doblegarla pero Lucy se mantenía firme.

Saray quien a su lado tenía a Zulema se limitó a mirar la escena en silencio, sin inmutarse tal y como lo hacía la mora.

—¡Que me sueltes, joder!—Intentó liberarse hasta que cayó de rodillas rendida.

—Hey.—Zulema finalmente intervino.

—¿Qué quieres?—Soltó el cabello de la rubia quien no tardó en incorporarse corriendo a por sus cosas.

—A mi puta criada, ¿Crees que una preciosidad como ella está para comerle el coño a cualquiera? Para eso tienes a Casper.—Habló con desinterés.—Está pequeña luciérnaga te saldrá muy muy cara, ¿Tienes el dinero?

La anciana mujer rodó los ojos volviendo al agua mientras Zulema miraba a la temblorosa mujer intentando colocarse su ropa.

—Vístete rápido y mueve el culo, no estoy para cuidartelo gratis.

Toxic |Zulema Zahir.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora