uno

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Uno.

Las olas se estrellaban contra las rocas provocando un estallido. El mar estaba agitado, lo que —quizá— fuera una razón suficiente para levantarse y volver a casa, pero no quería hacerlo. Así que se envolvió con más fuerza en la camisa de algodón que traía puesta, apretó el nudo —casi deshecho por el viento— de su cabello y acomodó sus lentes de sol sobre el puente de la nariz.

Bellatrix le dio una ojeada fugaz a su reloj de pulsera y comprobó sus sospechas: ella estaba llegando tarde. Miró hacia cada extremo del malecón con toda la serenidad de la que fue capaz, no quería que los pocos visitantes notaran su desesperación ni intuyeran —no erróneamente— que había sido plantada.

Ella no estaba por ningún lado. Resopló, ofuscada, y volvió a apoyarse sobre sus hombros para mirar el mar. Los ojos le escocían mientras el sentimiento de abandono crecía en su interior, se resistía a creer que ella la hubiera dejado tirada, pero no encontraba otra explicación.

Se mordió el labio, enfadada, ¿es que ella ya se habría hartado de su compañía? Miles de pensamientos desalentadores la abordaron, haciéndola sentir usada, estúpida y miserable a la vez. Otra mirada a su reloj y la furia en su pecho se incrementó, habían pasado veinte minutos y ella no daba signos de aparecer. Cerró sus puños, al parecer sus sospechas eran ciertas y ella solo...

El sonido de tacones sobre el cemento la sacó abruptamente de sus pensamientos mientras que su corazón daba un salto de alegría. Reconocía esas pisadas, así como la respiración agitada que las precedía. Sin embargo, todavía mantenía sus recelos. No se dio la vuelta ni cuando sintió que ella se colocaba a su lado.

—Bella...—Era un ruego, pero Bellatrix no se giró—. Lo siento mucho, en serio... El trabajo se alargó... Intenté venir lo más rápido que pude, lo siento tanto... —Su voz se escuchaba tan sincera que permitió que sus músculos se relajaran. Tragó saliva, se quitó los lentes y, medio enfadada, medio aliviada, volteó a ver a la mujer que estaba parada a su derecha.

Hermione se veía bastante agotada, su cabello era un desorden y se le pegaba sobre la frente sudorosa. Tenía puesta una capa oscura que cubría su cuerpo por completo y, por consecuencia, llamaba la atención de todos los transeúntes. A Hermione no parecía importarle —tenía la vista fija en ella—, pero Bellatrix no pudo evitar reírse.

—Eres un desastre.

—Lo sé —murmuró Hermione—. En serio, lo siento mucho. Hubo mucho trabajo en la oficina y apenas pude salir de allí, ni siquiera tuve tiempo para ir a casa y cambiarme...

—Lo noté.

—Estoy haciendo el ridículo vestida así.

—Puedes estar segura —dijo Bellatrix mientras se mordía el labio, una pareja estaba caminando por su lado y no apartaban la vista de Hermione mientras murmuraban cosas que no podía entender—. Ustedes, los magos...

Bellatrix se interrumpió cuando vio que Hermione, de la nada, se llevaba un dedo sobre los labios. Recordó, entonces, que era un secreto y se sintió bastante avergonzada.

—Solo pienso que visten de una forma muy medieval —terminó en su susurro—. Parecen salidos de una película, de esas de época... ¿las has visto? No, para empezar, ¿sabes lo que es una película? ¿Sabes lo que es una televisión? ¿Has ido al cine alguna vez?

Hermione torció los labios y puso cara de estar pensando una respuesta.

—¿Esas grandes cajas negras? —preguntó—. La madre de Harry es hija de muggles y tiene mucha de esas cosas en casa. Fuimos a su casa en vacaciones, cuando estábamos en el colegio...

—¿Hija de muggles? —la interrumpió Bellatrix.

—Personas sin magia —aclaró Hermione con una sonrisa.

—Oh. ¿Y quién es Harry?

—Un amigo del colegio, ¿no te he hablado de él? ¿O de Ron? —Bellatrix negó con la cabeza y Hermione continuó—: Son mis amigos del colegio, sí, tenemos un colegio —añadió—. También trabajan en el ministerio, son aurores... una especie de policías o algo así... sí, tenemos un ministerio.

—¿Voy a conocerlos alguna vez? ¡Vamos, tú ya conoces a mis hermanas!

La miró fijamente a los ojos mientras la brisa del mar agitaba el cabello de ambas. Empezaba a hacer frío.

—¿Sabes lo que me dijo Andrómeda? —preguntó Bellatrix. Hermione se apresuró a negar, estaba bastante pensativa, pero le alegró que no le rehuyera la mirada—. Dice que me has embrujado.

Los ojos de Hermione se abrieron de espanto y su labio inferior empezó a temblar, la expresión de su rostro se dividía entre la preocupación y la molestia.

—No le he dicho nada, sé que es un secreto, puedes estar tranquila —prosiguió—. Pero es lo que ella piensa. Dice estar bastante sorprendida, que dos meses son demasiado para mí y que se nota que voy en serio contigo... o, por el contrario, es que tú me has embrujado.

—Yo no hice eso —musitó Hermione, visiblemente ofendida—. No haría algo como eso.

—No me importa, de todas formas. Me gusta estar así —confesó, sintiendo a sus mejillas enrojecer—. Entonces, ¿cuándo voy a conocerlos? A tus amigos.

Hermione suspiró y Bellatrix supo que había ganado.

—Voy a hablarlo con ellos, también están bastante interesados —declaró con una media sonrisa.

—Casi te he perdonado.

—Trataré de que no se repita.

—Sería útil que pudiéramos comunicarnos de alguna forma, como un teléfono o un correo electrónico. —Otra vez Hermione no pareció entender de lo que estaba hablando—. ¿Cómo hablan ustedes? ¿Cómo se envían mensajes?

—Lechuzas mensajeras, mensajes por chimenea... —explicó Hermione en un susurro apenas audible.

—¿Chimenea?

Hermione iba a responderle, pero Bellatrix apretó su muñeca bruscamente. Un grupo de muchachitos pasaba por su lado, mirando y riéndose de la vestimenta de Hermione. Ya no le causaba gracia y los miró con odio, ellos apresuraron el paso y se perdieron por un extremo del malecón.

—Podemos hablar de eso luego —dijo Bellatrix mientras tiraba del brazo de Hermione—. Vámonos de aquí.

—Pero yo...

—Tenemos una cita, ¿no? No pensaras en irte después de haberme hecho esperar aquí, ¿no? —repuso Bellatrix arrugando el entrecejo. Hermione la miró, avergonzada—. Vamos, voy a llevarte al cine... pero primero tienes que cambiarte de ropa, hay un par de tiendas por aquí... ¡no te preocupes, me lo puedes pagar después! O considéralo un regalo, no importa.

Hermione dejó de resistirse y Bellatrix sonrió, satisfecha, mientras la conducía hasta las escaleras de salida.

***

Honestamente, no sé qué acabo de hacer. Está inspirado en una canción ("El embrujo") y ahora pienso en que puedo crear una serie a partir de esto porque me gustó mucho el concepto. Gracias por leer, de todas formas.

EMBRUJO [Bellamione AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora