02 . Biblioteca

350 41 11
                                    

– Pfff – escuchaste sobre tu hombro y  golpeaste el pincel contra la pequeña mesa ratona, descartando el útil hacia un costado del papel que estabas escribiendo. La tinta negra en el platillo cuadrado saltó y salpicó levemente la superficie debido a tu movimiento repentino.

– Tenka – llamaste con clara irritación al hombre que no hacía más que curiosear desde el momento que te sentaste a continuar con tu enciclopedia. – ¿No tienes nada mejor que hacer? – solo al terminar esa frase giraste la cabeza para mandarle una mirada llena de desaprobación.

– Es que – empezó con entusiasmo mientras se sentaba del otro lado de la mesa, frente a ti, y observaba los dibujos que llevabas hechos con los brazos cruzados bajo su característico  tapado negro. –Jamás creí que tuvieras un hobby tan tierno.

Sentías que la vena en tu frente podía explotar en cualquier momento. ¡¿Hobby?! ¡Eso era un grave insulto a tu trabajo de años! ¿Cómo era crear una biblioteca, un bestiario, una enciclopedia de seres, hecha totalmente a mano y evidenciada personalmente por el autor, un hobby?

Tomaste una gran bocanada de aire y cerraste los ojos intentando calmarte. Habías compartido techo con los Kumo bastante tiempo como para poder calificar al hermano mayor como un perfecto idiota y sabías que no debías caer en sus provocaciones. Enojarte con él por un simple comentario solo empeoraría las cosas, claro que sí, y no ganarías nada, solo estresarte, causarte acidez, tensión en los músculos, perderías  pelo, la comida te caería pesada, malos espíritus te perseguirían…

– Eso es un perro ¿no?

Golpeaste la mesa con el puño, auto convencerte para calmarte parecía no funcionar. – ¿Cómo es eso un perro? ¿Quién le dibuja las orejas así a un perro?

Entrecerró un poco los ojos y le dio otra larga mirada a tu dibujo. – ¡Ahhh! – exclamó y chasqueó los dedos. Casi podías imaginarlo gritando ‘Eureka’ aunque sus descubrimientos estaban muy lejos de tener el peso que tenían los de Arquímedes.  –  Un ratón… ¡Agh! – El rollo de papel resonó contra su cabeza y los pelos le volaron hacia todos lados. – ¿P-por qué hiciste eso? – te preguntó mientras se sobaba el lugar agredido, mirándote como si fueras la peor persona del mundo.

El papel no era lo suficientemente contundente como para dañar al cabeza dura pero la indignación en su voz era música para tus oídos.  – Es un gato, Tenka. ¡Un gato! – le acercaste el papel a la cara. – Las orejas puntiagudas, la cola larga y redonda, las patas pequeñas. ¡Es obvio! ¡Por Buda! – te dejaste caer nuevamente en el asiento mientras él parecía digerir la información.

– ¡BWAHAHAHA! ¿Un gato? ¿Pero qué es eso que tiene en la cara? ¡Puede matar a alguien con ese hocico tan puntiagudo!

– ¡S-son los bigotes! –le gritaste indignada y con la cara completamente roja. Aceptabas que no eras la mejor dibujando pero… ¡se entendía que era un gato! Aun así se atrevía a revolcarse  de la risa en el suelo. Te arremangaste, tu paciencia tenía sus límites.

*

Deslizaste la puerta con la intención de salir de la casa cuando te topaste con Soramaru y Chuutaro del otro lado.

– Buenos días – te saludo el mayor de los dos con educación mientas que Chuutaro repetía el mismo saludo pero de manera mucho más eufórica.

– Buenos días – les respondiste con tu normal tono monótono. – Quizás quieran fijarse como está su hermano. Tragó una peligrosa cantidad de tinta.

– ¡¿Tenka-nii?! – se alarmó el menor y de inmediato pasó por tu lado en busca de su hermano.

Soramaru por su parte parpadeó un par de veces sin moverse del lugar. Era un chico inteligente, sabías que ya se habría dado cuenta de lo que había pasado. No era raro que las cosas terminaran de esa manera entre Tenka y tú.

 – Con permiso, necesito comprar otro pote de tinta para poder seguir con mi trabajo – le dijiste e inmediatamente se hizo a un lado para dejarte pasar.

Te siguió con la mirada hasta que el estrepitoso lloriqueo de Chuutaro lo hizo suspirar. Era mejor que fuera a ver qué había hecho su hermano esta vez.

Jiriki {Tenka Kumo x Lectora}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora