𝐋𝐚𝐫𝐚 𝐓𝐲𝐛𝐮𝐫

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Si había una palabra para describir a esa mujer, sin duda era elegancia.

Lara Tybur era una dama como ninguna otra fémina de aquella ciudad.
Siendo miembro de una de las familias más influyentes de todo el continente, ya destacaba solo por ese hecho, sin embargo, con sus movimientos, lenguaje, el trato con la gente, tono al hablar, sus expresiones faciales tan serenas, entre muchas otras cosas...
Era sublime lo natural que ella hacía todo eso, como si en sus genes estuviese escrito que como Tybur que era, debía ser "perfecta" en todo sentido.

A ojos del mundo, no había alguien que rivalizara a Lara en cuanto a lo distinguida que era.
Pero como siempre parecía ser, eso no era todo lo que la pelinegra era, sino que solo la parte superficial de su persona.

─Me gustas, Eren Jaeger.

─S-Señorita, no es que me moleste que usted me diga esas palabras, pero me sobresalta un poco que las mencione de la nada, ¿sabe?

─Esa es la razón por la que lo hago, Eren. Me es imposible no decirlo así cuando tus reacciones a mi cariño sorpresivo te vuelven tan lindo, digo, solo mírate, tu rostro está todo rojo.

Aunque no lo necesitara realmente, Lara tenía un sirviente.
Un joven que apenas estaba por cumplir la mayoría de edad, alguien de origen humilde (al menos para la mayor, quien había crecido en 'cuna de oro') y que nunca decía que no a un pedido de Lara, al contrario, le daba recomendaciones acerca de las tareas que ella diese, siempre para mejorar su propio rendimiento y ahorrarle tiempo a su jefa.

─Señorita... e-eso es algo bastante cuestionable de su parte, s-siendo sincero─aunque mantenía el respeto hacia la de ojos oscuros, con sus manos se cubría la cara, en un intento fallido de ocultar la vergüenza que le hacía sentir Lara.

─Sí, lo sé. Por eso estas cosas solo están entre nosotros dos, ¿recuerdas, Jaeger?

─Por supuesto, Señorita. Esa fue una de las condiciones que me fue dada por usted para obtener este trabajo, y aunque no comprendo del todo el porqué yo, lo tengo en cuenta siempre.

Era extremadamente raro en la Tybur, pero en ese momento le sonrió al joven.
El mundo de su familia era demasiado jodido y estresante. Papeleos, reuniones, cenas con gente desconocida pero importante, tratados, pactos entre naciones, festivales, fiestas, celebraciones... era demasiado, hasta para Lara y su hermano, Willy, llegaba a ser cansado.
No eran máquinas, tenían sus propios problemas y sueños, como cualquier ser humano.

Una de las formas de lidiar con la angustia que tenía el peso de ser parte de tan importante legado, eran las distracciones. Willy, el líder de los Tybur, hacía un espacio en su agenda para poder disfrutar de obras de teatro, las cuales si, pagaba, pero a cambio podía tener entretenimiento y traer a la vida libros que alguna vez leyó en su infancia.

En cambio, Lara consiguió a Eren.
Como el hecho de contratar a un sirviente hubiese sido demasiado problema para alguien de su talla, (porque tenía sus especificaciones; joven, amable y bondadoso, pero que también tuviese el valor para proponer otro tipo de soluciones a los problemas que alguien le pusiese) decidió pagarle a una especie de espía para que él le propusiese algunas opciones.

El Sr. Kenny le trajo más de 200 nombres de jóvenes que cumplían al pie de la letra lo que Lara quería. Para el hombre, había sido la paga más grande que había recibido por tan sencilla tarea como era esa de investigar.

Al leer "Eren Jaeger" y ver su foto, no tuvo que ver ningún nombre más.
Kenny fue a casa del muchacho y le entregó los requisitos y condiciones para ser sirviente de "la mujer más elegante". Eren no lo pensó mucho. Sí, se le hizo demasiado extraño e incluso dudó de la veracidad de la información que se le estaba presentando, pero al ver la cantidad de dinero que pagaban, aceptó contento.

─Buen chico, Jaeger. Por eso me gustas tanto, jovencito.

─S-Señorita, p-por favor al menos avise antes de... ah, no tiene caso, ¿verdad?

─Ya vas entendiendo, lindo─acarició los cabellos del ojiverde. En ese momento se dio cuenta que era más amorosa con su trabajador que con sus propios sobrinos, hecho que hizo que retirara la mano de golpe─bueno, ahora ya sabes lo que toca.

─Claro, Señorita. En ocasiones me alegra que estemos en este pequeño lugar perdido de la mano de dios. Lejos de que me recuerde de donde provengo, ir de compras es mucho más fácil y sencillo debido a la poca aglomeración de gente que se forma.

Hubo una temporada en la que Lara Tybur no paró de trabajar.
Como si un demonio hubiese tomado posesión de su cuerpo, comenzó a devorar cada cosa que tenía pendiente, una tras otra, sin descanso, adelantando sus compromisos de golpe. Willy le miraba extrañado, Lara tenía su modus operandi característico, ese cambio tan drástico lo dejó bastante impactado, por lo que terminó preguntándole que sucedía con ella.

"Me iré un par de semanas a descansar a un pueblo pequeño, así que estaba dejando todo listo para entonces. Ah, y me llevaré a mi sirviente."

Su hermana era directa y fría con sus palabras cuando quería.
De pequeña solía ser más risueña y expresiva, pero todo eso fue antes de comenzar a cargar con su apellido. De alguna manera él sabía que seguía siendo la misma en su interior, y ese desfase le indicaba que tenía razón. No dijo nada más y de hecho, ayudó por debajo de la mesa a Lara para que pudiese tener un viaje ameno.

─S-Señorita, ¿no veníamos a comprarle ropa a usted...? 

─No puedes ser digno de llamarte mi sirviente si tu traje no combina con el mío, Eren.

La de cabellos negros era curiosa.
A pesar de su influencia en la gente, en el dinero que poseía y también las interminables conexiones que tenía, se vestía algo parecido a una mucama, aunque no es como que alguien tuviese el coraje para decirlo. Bueno, hay excepciones.

─Señorita, espero no le moleste mi comentario... pero he notado que sus vestimentas se asemejan bastante a las mías. ¿hay una razón al respecto?

─Interesante cuestión, mi niño. No me habían hecho ninguna pregunta al respecto, pero si tuviese que responder, huh, diría que un día vi este tipo de prendas y desde ahí no me he separado de ellas.

Mientras hablaba, Lara medía al castaño con una cinta métrica.
Claro que él podía hacerlo solo más sin embargo... sería más rápido si le ayudaba, ¿no?
Al menos esa fue la lógica que siguió la mayor. La tienda era espaciosa, aunque estaba algo vacía. La ventaja que tenía Lara era que en ese sitio casi nadie se fijaba en ella, porque a esa gente poco le importaban los forasteros.

─Ay, Eren Jaeger, si vistieras más a menudo de esa forma, enamorarías a cualquier damisela. 
Cada día que pasa me gustas más, muchachito.

Ambos ahora vestían de negro, uno que a leguas podía notarse que era de buena calidad. Eren prácticamente iba de traje, con una corbata verde oscuro, la mujer iba como siempre, solo que los tonos de la ropa eran más apagados todavía.
No era para menos, en aquella tienda trabajaba un gran sastre que vivía cómodamente y sin mayores problemas, como siempre deseó.

─Señorita... g-gracias por sus palabras, yo...

Al final, ni siquiera trataba de decir algo al respecto, solo aceptaba el raro amor de su jefa. 
Probablemente era solo un juego por parte de Lara, ya que así marcaba en las condiciones del contrato del trabajo. "Lara Tybur podrá (guardar estar información en sumo secreto) jugar con el sirviente; ser juguetona, asustarle, avergonzarle, hacerle reír, gastarle bromas, etc." 

𝘌𝘷𝘦𝘳𝘺𝘣𝘰𝘥𝘺 𝘭𝘰𝘷𝘦𝘴 𝘌𝘳𝘦𝘯 𝘑𝘢𝘦𝘨𝘦𝘳Donde viven las historias. Descúbrelo ahora