La tarde era cálida, una de las pocas agradables que salían en agosto. Aprovechando lo que quedaba del verano, salían juntas o hacían pijamadas, incluso invitaban a varios conocidos a hacer algo. Esa tarde, optaron por ir de compras. Querían renovar ropa para el nuevo semestre.
El hermano pequeño de Marifer las acompaño, ya que hacia el papel de hermano sobreprotector con ellas dos. Cada chico que quería acercarse, el encontraba la manera de alejarlos. Decía que ningún chico merecía a su hermanas.
Fueron los tres juntos al centro comercial, el cual estaba algo lejos de donde ambas vivían. Compraron sus nuevos guardarropas, incluyendo zapatos y maquillaje para combinar todo.
El anochecer se acercaba con lentitud, indicando que era hora de llegar a casa. Tomaron un taxi, rumbo a Privada Real, un residencial poco lujoso. Eran vecinas después de todo, viviendo frente a frente. El taxi freno en medio de la calle, pagaron el pasaje y bajaron por ambas puertas; Marifer y Gabriel bajaron por la derecha, Lucianna por la izquierda. El taxi arrancó, dejándolas sin obstáculo entre ellas.
-Te veré mañana, polluela -dijo Marifer tomando a su pequeño hermano de la mano.
-Nos vemos, pecesito.
Cada una dio media en dirección a su respectivo hogar. Lucianna tomó sus llaves para abrir su puerta. Tuvo que empujarla una vez que el seguro ya no se encontraba puesto.
-Ya llegue, familia -exclamó cerrando con dificultad la puerta.
-Estamos en el comedor -dijo Roger, mi hermano menor.
-Necesito dejar mis compras en mi habitación, enseguida bajo.
Subío con velocidad las escaleras, entrando a la habitación con puerta color caoba. Dejo las compras sobre su cama, las llaves en la mesa de estudio y volvió a las escaleras, bajando con entusiasmo.
-Buenas noches -dijo al vez a su hermano de espaldas -¿habrá reunión familiar? -pregunto abrazando a su hermano.
Vio de reojo una melena dorada aun lado de su padre. Era Nicole, la novia de su padre.
-¿Ya nos pueden decir de que se trata esto? Los chicos me están esperando para jugar en línea -dijo Gabriel impaciente.
-Nos casaremos en un mes -dijo su padre con seriedad, tomando la mano de su pareja.
Lucianna se paralizo, sintió un peso sobre su cabeza, causándole un gran mareo.
-¿Qué? -contestó con brusquedad.
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Lágrimas y cristales
Teen FictionPor fuera era todo normal, el jardín siempre verde y los vecinos saludaban con amabilidad, por dentro, era una guerra sin cuartel. Desde que la nueva esposa del padre de Lucianna llegó a su hogar, el ambiente cambió, haciendo que comenzara a perder...