Pasaron unos meses desde que se casaron el señor Lorenzo y Nicole. Los hermanos Díaz eran más unidos gracias al matrimonio de su padre. Eso era una ventaja para ellos, ya que, siempre se sentían incómodos cercas de ellos, al grado de dejar de comer en el comedor principal. A veces comían solos en sus dormitorios; o comían juntos en uno de sus cuartos.
La historia de la familia Díaz es un tanto peculiar, después de todo, no es común que un padre se quede con sus hijos. El comienzo de este trío fue, la muerte de la madre a causa de un cancer de mama. Ninguna familia está lista para ver morir a un ser querido a causa de algún cancer, ni siquiera la más fuerte. Lucianna tenía 13 años, Grabriel 8; fue una situación fuerte para los hermanos, haciendo que su padre aceptara cualquier trabajo para pagar las facturas del hospital, mantener el hogar y sobre todo, cuidar de sus hijos. El sufrimiento duro pocos años, salieron adelante y ahora, viven en uno de los mejores residénciales de la ciudad. Y su padre, obtuvo un puesto en una de las mejores empresas a nivel internacional, cuyo nombre es difícil de pronunciar.
No se como fue el inicio del romance entre Nicole y Lorenzo, mas que se conocieron en una fiesta ejecutiva y que, existen 17 años de diferencia entre ellos, la edad que tiene Lucianna. Salieron durante unos meses, se comprometieron y al mes, se casaron. Decían que no podían esperar tanto tiempo para estar juntos.
Lucianna pensaba diferente, existía cierta inseguridad respecto a Nicole, que no estaba en su vida por amor. Caminaba por el pasillo de arriba, con destino al área de lectura. Tenía un sillón pequeño, con algunos estantes de libros, trofeos y fotos.
-Lucy, ¿puedes bajar? -una voz aguda se escuchó.
-Enseguida.
Maldijo varias veces antes de caminar a las escaleras. Bajo con calma, pareciendo que su tardanza era intencional.
-¿Y tú hermano? -pregunto su padre.
-Juego de béisbol. La madre de Oliver lo traerá más tarde.
-Bueno, no esperaremos tanto para decirle, ¿o si, cariño?
Lucianna sintió una punzada en la nuca, su piel se erizó. Sentía un presentimiento malo.
-Toma asi...-trató de decir Nicole.
-No quiero, gracias.
-Esta bien, te lo diremos rápido, Ni...-intention decir algo si padre.
-Tendrás una nueva hermanita, Lucí.
Las palabras seguían resonando en la cabeza de nuestra protagonista. Esta era la razón del matrimonio apresurado.
-Me retiro a mi cuarto, buenas noches.
-¿No dirás nada, hija? -dijo el señor Díaz.
-Felicidades por la cogida sin condón.
-Lucianna Díaz, esa no es forma de expresarse de una señorita -dijo Nicole.
-Buenas tardes.
Tomo camino a la puerta principal, seguía en pijama. Después de todo era sábado por la tarde. Corrió en dirección al parque, el cual le quedaba mano izquierda. No le importo que la vieran en la camiseta vieja del equipo de animadoras con su short gris y tenis converse de bota desgastados. Con cada paso, una lágrima caía. Subí el pasamanos para colgarme en la barra central agarrada de las corvas, dejando estirados los brazos. Era mi manera de no perder el control.
-Un bebe en camino -resoplé. -Ojalá que no se le parezca a ella.
Moví mis brazos hacia delante y hacia atrás, para poder adquirir impulso y colgarme, baje con cuidado para no torcerme los tobillos. Camine por el parque. Para vivir en Latinoamérica, era seguro caminar hasta tarde en mi colonia. Y más viviendo en Mexico. Me senté en una de las bancas a reflexionar, tenía el impulso de golpear algo, pero, mi instructor me recomendó sólo hacerlo en el entrenamiento para sacar todo lo que he acumulado.
-¿De nuevo aquí? Adivinare, ¿la espantapájaros hizo algo de nuevo? -pregunto un chico rubio.
-Peor, Adam. Esta esperando una niña.
Adam era un vecino de mi cuadra, nos conocimos en el parque siendo niños. A el y a mi mejor amiga les contaba todo, incluso lo que no debía. Éramos cómplices en todo momento.
-¿Quieres un helado? -pregunto angustiado.
-No, ¿puedo pasar la noche en tu casa? No quiero verlos ahora. Y no puedo ir con Marifer, me verán pasar.
Tomo de mi mano para levantarme, camino jalándome con delicadeza hasta su casa. El vivía detrás de mi casa. La suya era muy bonita, con un estilo antiguo conservado a la perfección. Me transmitía una calidez intensa. Subimos las escaleras al entrar, para tomar unas cobijas y almohadas de un armario.
-Mamá no está, puedes dormir en mi cuarto, yo dormiré en el sofá. ¿Te levantó temprano?
Asentí. Tome dirección a su cuarto, frenando en seco. Regrese con Adam y lo bese, fue una acción que llegó por impulso. El no se apartó, ni sentí que quisiera hacerlo.
-Lo siento, era mi manera de agradecerte. No debí hacerlo, perdón -dije avergonzada.
-Tranquila, lo entiendo perfectamente. Ve a la cama, tu cabeza está en otro lugar. Buenas noches, Lucianna.
Tome el pomo de la puerta con un cartel de "caution", gire mi cabeza y le sonreí. Entre con cuidado, porque tenía miedo de tropezarme con algo. El es muy desorganizado. Mantiene todo limpio, pero llegan las tareas e inunda todo de papeles.
Me acosté en su cama, poniendo de lado una almohada larga para sentirme cómoda. No me gustaba dormir sola cuando había algún problema o situación que me incomodaba, y no quería decirle a Adam que me prestara un peluche para acostarme. Abrace la almohada llorando hasta quedarme dormida.
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Lágrimas y cristales
Teen FictionPor fuera era todo normal, el jardín siempre verde y los vecinos saludaban con amabilidad, por dentro, era una guerra sin cuartel. Desde que la nueva esposa del padre de Lucianna llegó a su hogar, el ambiente cambió, haciendo que comenzara a perder...