Primeros gritos

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Trabajaba en una ferretería cerca del centro era una ferretería pequeña así que solo yo el jefe y una chica llamada Rita trabajábamos ahí, yo me encargaba de la caja Rita acomodaba la mercancía y el jefe no hacia nada.
Rita odiaba al jefe con toda su alma no se le puede culpar era un pagan pervertido flojo y gordo yo en realidad no me preocupaba tenía que conseguir dinero de cualquier manera así que por tal que no me despidieran le hubiera sobado los pies a ese cerdo

Un día en la noche, estábamos a punto de cerrar, y Rita cometió el error de tropezar con un estante y tirarlo el jefe salió muy molesto de su oficina y se dirigió hacia a Rita enloqueció y empezó a gritar-"Inútil que no sabes hacer nada bien"- Y todo tipo de groserías en contra de su madre y su dudas contra su origen, ella intento alejarse de su camino pero el puñetazo fue más rápido que su intento de evadir. El primer golpe la dejo tumbada en el suelo llorando después de eso la tomo por el cabello y la empezó a arrastrarla hacia su oficina mientras decía que le iba a enseñar que era bueno.

Sinceramente actúe sin pensar empezó a mover en dirección hacia al jefe cuando estuve atrás de ello tome por detrás de su gordo cuello y lo lance contra la pared, Rita salió corriendo por la puerta trasera la cerré detrás De ella y después regrese a donde había arrojado al jefe en ese momento pensé-"Nunca me aprendí su nombre"- reí un poco ante este pensamiento. Cuando llegué el jefe estaba en gatas sobando su cabeza pensé que repugnante era ese gordo lo pare en el costado lo cual cause que lanzará un alarido de dolor lo cual me lleno de placer-"Que extraño"-pensé pero esto me estaba divirtiendo me dirigí a la zona de las mazas de construcción tome una y regrese el jefe seguía tirado en el piso levante la maza y la arroje contra su rodilla con todas mis fuerzas, el crujido de su rodilla rompiéndose fue genial pero el alarido que lanzó fue lo mejor era hermoso el empezó a lloriquear y a suplicar decía cosas como no me mates y déjame en paz, volví a levantar la maza diciendo-"tu no tienes piedad cerdo"- y la arroje pero esta vez contra su cabeza, repetí la operación 10 veces sin exagerar cuando termine parecía que ya no había cabeza quise sentir asco pero lo único que sentí fue felicidad solté la maza y me dirigí al centro de lavado y tome la botella de cloro la derrame en todo el piso y el cuerpo cuando termine salí por la puerta con el único pensamiento de que quería volver a sentir lo mismo y eso lo haría tomando otra vida

Historia de un HomicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora