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Narra Joel:
"Yo siempre he sido el que decía primero adiós. Tuve que amar y perder un centenar de millones de veces. Tuve que equivocarme para saber cómo soy. Ahora, me estoy enamorando..."
Estaba acostado en mi suave colchón, disfrutando mi día libre, aunque la palabra "descanzo" no definía mi día exactamente. Más bien, era todo lo contrario.
La situación por la que estaba pasando era todo un dilema en mi vida, nunca me había sentido tan indeciso y triste en circunstancias parecidas.
Siempre fuí yo quien abandonaba y era indiferente con las personas. Era insensible, despiadado, y solo buscaba un poco de diversión.
Bien, dicen que el karma existe y creo que empiezo a creerlo.
Ahora soy yo quien sufre por indiferencia y falta de amor.
¡Maldita sea! ¿Cómo dejé que me pase esto? Yo era el fuerte.
Maldito corazón.
"Tú dices mi nombre como nunca antes lo había oído. Soy indeciso, pero esta vez, lo sé. Seguro. Espero no ser el único que lo siente, ¿te estás enamorando?".
Todo comenzó una noche como otra cualquiera, solo iba a buscar un poco de diversión y entretenimiento. Todo estaba perfecto hasta que apareciste.
Recuerdo que llevabas un pantalón clásico- que aunque era básico, te hacía ver perfecto-, una camisa casual, unas zapatillas y una chaqueta negra. Tu cabello iba perfectamente arreglado con un toque despeinado. En pocas palabras, perfecto para mis ojos.
Eras lo más bonito que había visto desde que llegué a la discoteca.
Como siempre empecé a seducirte lenta y discretamente, hasta que- creo yo- llamé tu atención, lo cual no demoró mucho en suceder. Después, quisiste acercarte a mí empezando por medio de un trago de pisco sour. Recuerdo mi alegría disimulada cuando el bartender me dijo que tú me lo enviabas. Solo sonreí juguetonamente y te miré coqueto, guiñando un ojo.
Viniste corriendo a mí cuando te llamé con mi dedo y me acerqué a la pista de baile, comenzando a menear mis caderas al ritmo de la sensual música. Cuando sentí tus grandes manos al lado de mis caderas sonreí complacido y seguí moviendome hasta que me dí la vuelta para lograr verte los ojos. Juro que tus ojos me hechizaron desde el primer momento en que los observé.
Aquella bachata de Romeo Santos se adecuaba tanto al deseo y atracción que sentía contigo, que sin darme cuenta ya estabas cargandome con mis piernas a los lados de tu cadera.
"El centro de atención. Sabes que puedes conseguir de mí lo que quieras, cuando quieras. Eres tú en mi reflejo (te veo en el espejo), tengo miedo de todo lo que eso puede hacerme".
