Respira.
Andando sobre este camino tan abstracto, sin fin ni límites, sin direccionales o advertencias, con un rumbo tan nulo tal cual moza que soy.
Respira, inhala.
Tu pecho se infla y el aire avanza, un avivar más, desayuno, almuerzo ¿No es lo mismo?, lluvia aterrizando en la maquinaria envolvente, un hola más, un ¿Cómo estás? más, un día más.
Respira, inhala y exhala.
Se han ido, deja de fingir, tal vez no lo estoy haciendo, ¿Me gusta?. El peso desaparece, mis músculos aúllan, mi sonrisa crece y la estantería me llama, me pierdo en ella y el tiempo pasa, horas, días, semanas. El aire falta.
Inhala.
Vuelve, mira a tu al rededor; el mundo es aquí, tu mundo está aquí, regresa. No hay hadas, no hay bestias ni amores salvavidas, concéntrate, cumple y continúa. El peso regresa.
Exhala.
Me pierdo, mundos maravillosos, utopías que motivan, distopías que me hacen sentir viva. Fantasea, sueña, cree y escribe, traza. Tu camino cobrando vida ¿En papel cuenta?
Respira.
La historia terminó, la tapa se cierra y el corazón palpita desenfrenado.
Feliz, incompleta, vacía; sensaciones tan distintas que se complementan tan bien. La historia llegó a su fin.
Levanta la mirada, mi celular a la izquierda con infinitos mensajes sin leer me advierte del tiempo transcurrido, la ventana reflejando una obscuridad infinita informando la llegada de la luna, barullo en la cocina. Me toma unos segundos regresar en si...
-La cena esta lista cariño.
Dejo el libro en la mesita de noche, estiró las piernas y me alejo de la cama, un buen final para este día, una buena historia y mil más por comenzar.
¿Qué será mañana?
Tal vez dragones y brujas, algún villano aterrador o un fantasioso romance.
Salgo del cuarto y la cena esta servida.
Vive.
