IV

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Escucho de nuevo como lloras, son las dos y cuarenta de la mañana, despertaste de un mal sueño, quisiera saber que fue, que originó que de nuevo llorases.

No quiero verte llorar, para porfavor, haces que sienta este punzante dolor en mi pecho, yo no debo sentir eso, se supone que no siento nada, ¿que me has hecho?

Cuando lloras me siento mal, cuando sonríes siento esa paz en mi interior y cuando ríes el frío que me congela desaparece dándome calidez. Me haces sentir.. Vivo.. Y eso es imposible yo ya estoy muerto.

Me gustaría un instante de mi eternidad poder sentir tu calidez contra mi fría piel, acariciar tus mejillas que parecen de azúcar, solo para que dejases de llorar.

El chico pálido pasaba de punta en punta del cuarto, pensando en que hacer, pero era imposible, el es solo un alma pérdida, un alma castigada.

Detuvo su andar mirando al animal que descansaba en su cama, desvío su mirada mirando a la pequeña bola de sábanas que había en la cama, dejando escapar unos sollozos.

El chico se agachó viendo al animal, y acarició a este esperando a ser notado.

-Oye pequeño, dudo que me entiendas o incluso me escuches, pero..- se detiene al hablar y mira de nuevo al rubio que estaba entre las sábanas volviendo a mirar al gato -esto es ridículo- se levanta de nuevo alejándose del animal.

Pero para su sorpresa, este se levantó de su cama, siguiéndole, en busca de más mimos y caricias.

Yoongi sonríe levemente, se agacha sentándose en el suelo, mirando a lo que era su mascota.

El animal se restriega en la pierna de este ronroneando.

Por extraño que fuera que el pudiera tocar algo, o sentir tacto, se sentía bien, sentía de nuevo ser escuchado y no ignorado.

-Ya me has dado mucho cariño a mi, ahora ve a tu dueño vivo y hazle caso a el, lo necesita.-

El gato, sorprendentemente, se sube a la cama de Jimin, y se sube encima de el para que sea atendido.

La pequeña cabeza del rubio se asoma bajo las sábanas mirando al gato negro -¿q-que pasa Moon?- dice mientras se reincorpora en la cama.

Sonríe leve aún con sus lágrimas en su rostro -q-quieres que te acaricien, ¿no?- dicho esto acaricia al animal de enfrente suya.

-Menos mal eres muy tranquilo y no arañas, eres como tu dueño, no eres brusco, te tomas todo con calma, eres un dormilón- ríe leve -cuando alguien no te cae bien se nota, eres también muy divertido con tu torpeza, eres oscuro por fuera y un amor por dentro, realmente te pareces a el- suspira acabando en una pequeña sonrisa -y creo que es extraño compararlo con un gato, aunque si, el era como uno también, con esa mirada felina que tenía, era tan bello como tu- vuelve a acariciar al gato.

-Tu también debes echarle en falta, le preferias a el siempre cuando nos sentabamos en el sofá.-

-¿Crees que los gatos pueden sentir a las almas? Estaría bien que le pudieras ver.-

Se vuelve a tumbar, siendo seguido por el gato, que se tumbó a su lado.

El chico pálido se sienta observando como los dos descansaban.

-¿Soy yo a esa persona que extrañas? No entiendo esto, me gustaría preguntarte que me pasó o quien fuí, me gustaría poder ayudarte con tu tristeza.-




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𝙼𝚒𝚎𝚍𝚘 𝚊 𝚕𝚊 𝚖𝚞𝚎𝚛𝚝𝚎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora