❥Capítulo 25

804 98 13
                                    

Han pasado cuatro meses desde la perdida de su único hijo, la esperanza de tenerlo junto a ella aún sigue en su corazón, aun está tan esperanzada de que el prometido de su cachorro lo sacára de ese lugar, rezaba cada día para el bienestar de su hi...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Han pasado cuatro meses desde la perdida de su único hijo, la esperanza de tenerlo junto a ella aún sigue en su corazón, aun está tan esperanzada de que el prometido de su cachorro lo sacára de ese lugar, rezaba cada día para el bienestar de su hijo, era omega y corría más peligro, realmente rogaba para que nada le pasase.

Había pasado ya el pesar de sus pesadillas donde se arrepentía día a día con el día que no pudo salvar a su pequeño ni a su querido esposo; aquellas pesadillas la atormentaban y en ellas mostraban a su hijo consumando una boda con el príncipe o ahora Sultán, ella se levantaba totalmente sudando y lloraba por el futuro y presente de su cachorro.

Cada semana su yerno le mandaba cartas donde le describía de su situación y misión, donde ella se enteraba de cada cosa, y  sentía cada vez más cercana la presencia de su hijo en brazos, pero estas últimas semanas JungKook no había enviado nada, haciéndola preocupar, entonces ella iba al muelle esperando barcos de Arabia, donde llegaba migrantes de allá para esconderse, ya sean fugitivos o deudores.

Esperaba como siempre sentada o parada al mensajero de JungKook, miraba cada pasajero que salía de aquel barco y no había rastro de aquel hombre.

Cuando había llegado al país natal jamás habría pensado que su yerno era un Persa, estaba tan sorprendida que no podía creerlo, JungKook le había contado toda la verdad y casi le dió un paro al corazón. Por esa razón era tan bueno en las espadas, ya que ningún pueblerino o pueblerina alfa estaba realmente dotado de esa fuerza o habilidad. Algo que en un principio a ella y a su esposo fallecido les sonó conveniente para que mantuviera protegido a su hijo, no le habían tomado tanta importancia, ni lo pensaron tanto, ya que solo buscaban una buena compañía para su hijo.

Caminó hacia una tienda de comercio que se encontraba cerca del muelle, en esa tienda vendían sogas y artículos para naves barqueras a quien a la dueña consideraba una amiga, se acercó a ella para hablar y preguntar sobre el desaparecido mensajero nuevamente. —Buenos días. — Se acomodó un poco para que las personas no la empujasen.

—Buenos días, este es el último barco que llega de Arabia y no llegó. — Aquella dama le sonrió, la mercader sabía que aquella mujer venía cada semana a encontrarse con un mensajero pero aquel mencionado ya no aparecía.

La omega se puso triste de nuevo, no sabía noticias de su yerno o hijo y comenzaba a preocuparse demasiado. —Gracias... — Dijo preocupada y ansiosa.

La dama también la miró preocupada y sintiendo lástima por la mujer. —Tenga Fe, estoy segura que la otra semana llegará. — Le dió otra bella sonrisa. La casta omega era muy diferente acá, ellos o ellas no cubrian su rostro, más bien ellos/as cubrían su cuerpo, estaba prohibido mostrar el cuerpo, el género omega usaban vestidos para cubrirse, solo podían mostrar su rostro.

DEL ODIO AL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora