Formar un vínculo conyugal, jurar lealtad y amor por el resto de sus vidas, compartir una existencia al lado de la persona amada. Para muchos, no hay mayor dicha.
¿Verdad?
El corazón de Rusia latía con fuerza mientras permanecía de pie en el comedor casi vacío. El eco de sus latidos, aunque suave, parecía resonar en el silencio de la estancia. Estaba nervioso; después de todo, esta sería una noche crucial. Se presentaría oficialmente ante la familia de su novia, Venezuela, una joven de la familia hispanohablante. Ella, una latina de belleza deslumbrante, capturaba miradas allí donde iba.
Venezuela y Rusia habían decidido comprometerse esa noche, rodeados de la familia de ella, con quienes darían el siguiente paso. Tres años juntos les habían dado la confianza de que estaban listos para unir sus vidas en matrimonio.
Era curioso, sin embargo, que a pesar de tanto tiempo juntos, ninguno de los dos había conocido formalmente a la familia del otro. Las apretadas agendas y el poco tiempo libre parecían ser los responsables, pero su amor siempre había florecido. Para quienes los observaban desde fuera, eran la pareja perfecta.
Rusia, mientras tanto, repasaba los detalles una y otra vez. Acomodó su cabello por octava vez en lo que iba de la noche, deseando que todo saliera perfecto. Todo debía ser impecable en la cena familiar. Por precaución, volvió a inspeccionar el "Pabellón Criollo", la especialidad que Venezuela había cocinado personalmente. Quería asegurarse de que todo estuviera en orden. Acompañado de un buen Kvas, una bebida tradicional de su tierra, el menú prometía ser memorable.
Sonrió al confirmar que todo estaba en su lugar. Con una mezcla de emoción y ansiedad, palpó el pequeño estuche escondido en su saco, donde guardaba el anillo. La puerta principal resonó entonces con dos suaves golpes.
"Toc toc."
Los latidos de Rusia se aceleraron. Una de las mucamas se apresuró a abrir la puerta, pero el ruso la detuvo a medio camino. Quería dar una buena primera impresión, así que él mismo abrió la puerta. Del otro lado, un grupo de hermanos de Venezuela esperaba ansioso.
— Buenas noches, por favor pasen, sean bienvenidos. Muchas gracias por darnos parte de su tiempo —dijo Rusia, haciéndose a un lado para permitirles la entrada.
— Buenas noches, con permiso —respondieron uno a uno con cortesía, temiendo que España, su padre adoptivo, les reprendiera por cualquier descortesía ante Rusia, una potencia mundial.
Ya en la sala, fue España quien rompió el hielo con su acostumbrada jovialidad.
— Rusia, gracias por la invitación, es una sorpresa muy grata. Tal vez ya conozcas a mis críos de vista, pero permíteme presentártelos formalmente: ella es Ecuador, y aquí tienes a Colombia, Panamá, Chile, Paraguay, Uruguay, Argentina, Cuba, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Perú, Costa Rica, y Puerto Rico —señalaba a cada uno mientras los presentaba. Luego, con una sonrisa divertida, añadió—: Y el distraído de allá es mi querido México.
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комета || RusMéx
FanfictionHan pasado tres años desde que Rusia y Venezuela comenzaron su relación. Su vínculo parece ser perfecto, lleno de amor, apoyo incondicional y complicidad. Con esa certeza, deciden dar el gran paso y casarse, convencidos de que es el momento adecuado...