✨ Capítulo 02

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El sabor dulce del café se saboreaba en pequeños tragos mientras Rusia compartía su última mañana en tierras latinoamericanas

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El sabor dulce del café se saboreaba en pequeños tragos mientras Rusia compartía su última mañana en tierras latinoamericanas. Frente a él, su prometida, Venezuela, discutía acaloradamente por teléfono con el secretario de Maduro sobre un tema de exportación petrolera a Estados Unidos. Su tono se volvía más agresivo con cada palabra, mientras el funcionario al otro lado de la línea intentaba explicarle las órdenes de su superior.

Venezuela colgó el teléfono abruptamente, sin despedirse, y dirigió una mirada frustrada a su pareja. Rusia, siempre paciente, dejó a un lado su comida y sonrió, extendiendo los brazos hacia ella. Venezuela, sin dudar, se hundió en su abrazo, sentándose en las piernas de quien amaba.

—Tranquila —susurró Rusia con suavidad—. Sabes que puedo ayudarte con lo que necesites, solo tienes que pedírmelo.

Venezuela evitó su mirada al principio, incómoda, pero tras unos segundos apoyó su rostro en el pecho amplio de Rusia, frotándolo de un lado a otro como buscando consuelo. Alzó la vista para observar la nariz recta y los labios delgados de su prometido. Con un gesto rápido, le dio un beso fugaz.

—Estoy bien, puedo solucionarlo sola —dijo finalmente, apartándose con cierto orgullo.

Venezuela se abrazó a sí misma, sin volver a mirar a Rusia. Cambió de tema con brusquedad.

—Hoy te vas, ¿no? Lamento no poder acompañarte al aeropuerto.

—Lo entiendo —respondió Rusia con una leve sonrisa—, el trabajo nunca termina.




(...)



Horas después, una sonrisa se dibujaba en el rostro cansado de Rusia. Había viajado más de 19 horas, de regreso desde el territorio de su prometida hasta el de su mejor amigo, solo para ser recibido por este en un estado lamentable de embriaguez. Rusia había creído que algo grave había sucedido cuando recibió las insistentes llamadas y mensajes de Alemania. Sin embargo, lo que encontró fue a su amigo borracho y ofendido por no haber sido informado de la propuesta de matrimonio.

—Desgraciado... —mascullaba Alemania, tambaleándose con una botella en la mano.

—Sí... —respondió Rusia, resignado.

—¡Maldito! Yo creyendo que era tu hermano de otra madre...

—Lo eres —afirmó Rusia, calmado.

—¡Traidor! ¡Sinvergüenza! ¡Sanguijuela! ¡Ojalá que...! —Alemania se detuvo, buscando un insulto que no llegaba. Frustrado, bebió otro gran trago, incapaz de encontrar las palabras.

—¡Soy tu mejor amigo! ¿Por qué no me dijiste nada? ¡Me enteré por Chile!

Rusia suspiró.

—Lo lamento, Ale. Quería contártelo, pero no tuve tiempo.

комета || RusMéxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora