I. Enamoradizo e Idiota.

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Odio...  Eso era lo que Levi sentía en estos instantes.

El mismo que sentía cada mañana al despertarse por culpa de ese estruendoso despertador que anunciaba la tan aborrecida mañana.

Había dormido apenas unas horas a causa del insomnio que padecía, y que ni con los mejores calmantes mejoraba.

En cuanto se levantó y alistó con lo necesario, se dirigió hacia la cocina, dónde lo esperaba su madre, Kuchel, quien lo recibía con una sonrisa pese a su rostro de mal genio. Ni siquiera se sentó. Tomó rapidamente su té negro y se dirigió hacia la puerta, seguido por su madre, quien siempre lo despedía y deseaba un buen día en el colegio.

- Levi querido... Deberías tomar algo más que un simple té... Un día te va a ocurrir algo... Estoy segura que tu prima no se molestará si te reunes con ella a otra hora... - decía con un dejo de preocupación.

- Mamá... Estoy perfectamente bien. Además, Mikasa no me perdonaría si no la acompaño a los entrenamientos... - no obstante, esa era una obvia mentira, y aunque Levi intuía que la mujer se daba cuenta de ello, continuó con el teatro, para finalmente salir del hogar y encontrarse a las puertas de este a la susodicha.

Ambos se saludaron alegremente, o al menos uno de ellos mostrándolo. Pese al carácter que pudiese tener, El más bajo realmente apreciaba a la pelinegra, al igual que hacía ella con él.

No era como si desde el principio hubiesen tenido una relación tan cercana, pero la azabache tras descubrir las inclinaciones sexuales de Levi, y sobre todo, el acoso que este recibía en el colegio, motivo por el cual llegó incluso a ausentarse de este, hizo que se acercaran y formaran una gran amistad. Desde hacía tiempo, todos vivían con paz y normalidad, aunque su primo en el transcurso de todo ello, Levi se volvió más malhumorado de lo que Mikasa recordaba.

- Recuérdame por favor porqué tengo que acompañarte... - cuestionaba por enésima vez, al tiempo que hablaban sobre temas triviales - Sabes que odio madrugar... Si fuera para acompañarte a actividades de tu club de atletismo... Pero sinceramente, odio cuando es por una tontería...

- No es una tontería - recriminó con fingida molestia - Para ser gay no entiendo como no lo comprendes. Estamos hablando del mismísimo Eren Jaeger... El chico más guapo de todo el equipo de básquet del instituto... Realmente estás ciego si no me entiendes... Además, voy a parecer una acosadora si me aparezco sola y a estas horas...

- No lo pareces, lo eres - el chico recibió un zape por parte de la pelinegra - Bueno... No voy a mentir, es atractivo, pero sólo eso. Me atrevo a decir que su cerebro reside en sus bolas... Y parece del tipo que mira a todos por encima del hombro... Ese es el tipo de personas que más detesto... - su prima no pudo hacer más que suspirar. Sabía que no lo haría cambiar de parecer para que lo mirase con mejores ojos, era una misión imposible. Aunque en cierto modo, todo esto le provocaba cierta gracia, pues pese a sus quejas siempre le concedía sus caprichos.

Cuando llegaron al instituto, de forma sigilosa, se dirigieron hacia una de las pequeñas ventanas que daban una vista privilegiada a la cancha de básquet en la que en estos momentos el equipo entrenaba duramente. Levi estaba agotado a morir, aunque más por tener que escuchar las adulaciones de Mikasa sobre el castaño que por otra cosa, por ese mismo motivo se dirigió a la cancha en la que el club de danza practicaba, del cual era miembro, y comenzó a practicar.

Cuando finalmente comenzó el descanso de los chicos, el tan aclamado Eren Jaeger salió acompañado de su compañero y amigo Jean.

Mikasa temiendo ser descubierta, se escondió, al tiempo que escuchaba atentamente, o al menos lo intentaba, la conversación de ambos.

Un amor, dos caminos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora