Confesiones

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-          ¡¿Qué Kakashi hizo que?! – murmuró una pelirroja furiosa

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- ¡¿Qué Kakashi hizo que?! – murmuró una pelirroja furiosa.

Esta tenía su mirada clavada sobre su adorado esposo, Minato, quien no dejaba de sudar y rascar su nuca por los nervios. No había nada ni nadie en el mundo ninja que pudiera hacer que Minato temblara del miedo. O eso se creía, hasta que una hermosa mujer de extensa cabellera roja igual que la ira que estaba tratando de comprimir en su interior, llegó a Konoha para demostrar lo contrario.

- Yo... n-no estoy muy seguro, Kushina. Puede que haya malinterpretado las palabras de Kakashi.

- ¡¿Malinterpretar?! – gruñó Kushina, posando sus manos a ambos lados de su cadera. - No hay manera de que puedas malinterpretar eso, Minato. "Prometo no hacer nada que tú no quieras" –exclamó, imitando la voz de Kakashi. - ¡Tsk! ¡Tonterías! Esas palabras fueron claras. Más claras que el agua.

- Ya, cariño – el rubio levantó sus manos indicándole a su esposa que se relajara. – Los niños podrían escucharte.

Ambos adultos se observaron dudosos sobre eso, pues llevaban varios minutos escondidos en la cocina hablando sobre lo que había sucedido en la misión de práctica.

- Ahora que lo mencionas. Llevan mucho tiempo callados, ¿no crees? – cuestionó la Uzumaki algo inquieta.

El silencio absoluto de toda la casa, provocó que la pareja entrara en pánico y corriera hasta la sala para verificar que nada indecente estuviese sucediendo allí.

Antes de irrumpir como dos fieras salvajes, sobre todo Kushina, se detuvieron cerca del umbral y ambos asomaron sus cabezas cautelosamente para espiarlos. Se sintieron muy aliviados de ver que los dos jóvenes estaban mirando el televisor, completamente estáticos en su lugar y a una distancia considerable entre ambos. Una que les dejaba ver que Kakashi no se estuviese pasando de mano larga. Tanto Kushina como Minato, suspiraron más relajados y regresaron lentamente a la cocina de su acogedor y cálido hogar.

Una vez que llegaron, la pelirroja se dispuso a terminar la cena que había estado preparando mientras su esposo le contaba lo que él suponía que había pasado entre Kakashi y Obito. Minato, por su lado, se sentó en una de las sillas de madera que adornaban la mesa central y fijó sus ojos en la pequeña pieza metálica que pronto dejaría libre a sus jóvenes alumnos.

- No puedo creer que aún después de todo, hayas permitido que esos dos siguieran esposados – exclamó Kushina con claro enojo, como si adivinara lo que su marido se estaba cuestionando internamente.

- Kakashi me lo pidió y Obito aceptó. ¿Qué podía hacer? -contestó el rubio sereno y sin quitar su mirada preocupada de la llave. – Además, esto de las esposas fue idea tuya y de Rin. 

- ¡¿Huh?!

La pelirroja se volteó bruscamente y con un fuerte sonrojo cubriendo sus mejillas por la vergüenza de ser descubierta. Minato, quien había clavado sus orbes extremadamente azules en su amada esposa, no pudo evitar reír al verla tartamudeando y tratando de excusarse.

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⏰ Última actualización: Apr 06, 2021 ⏰

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