I Margarita

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El sol brilla en su punto más alto, y los habitantes de Marituga van de un lado a otro. Una joven castaña de ojos verdes, vestida de azul y blanco, camina rápidamente entre la multitud.

-¡Nihan, espera! -Una niña corre hacia ella y le entrega un viejo libro-. Olvidaste tu libro.

-¡Gracias, corazoncito!

Lo toma y luego le entrega un dulce a la niña, quien se aleja corriendo. Al abrir el libro, ve sus páginas en blanco, y en medio de una empiezan a aparecer palabras:
«¡Nihan, deberías ser más atenta! Perderías la cabeza si no la tuvieras pegada al cuerpo. ¿Cuántas veces tengo que decirte que en mis páginas se encuentra todo el conocimiento mágico de tu familia?»

-Lo sé, lo sé... Ya no me regañes. Fue suficiente con el que me dio el dueño de la tienda por llegar tarde al trabajo -suspira.

«Te lo mereces. Últimamente andas muy distraída... Ahora ve a esa playa, que tenemos mucho que practicar».

La chica cierra el libro y se dirije a la playa.
Mientras tanto, al otro lado de la isla, la tripulación del Caos juega voleibol en la costa.

-Prepárence para perder. El último punto es mío -dice Zak tras arrojar la pelota sobre la red improvisada.

-Revise bien su cálculo, Capitán. Estamos 10-11 y este saque es nuestro. -Cece devuelve el tiro, el cual no puede ser interceptado por Caramba y la pelota cae en la arena-. ¡Crogar, ganamos!

-Esta vez ganaron, pero en la revancha los voy a vencer.

Zak toma la pelota y la arroja al Caos.

-Crogar quiere comer.

-Sí, efectivamente es hora del almuerzo -contesta Caramba.

-Adelántense, chicos. Quiero hablar con Cece.

-Muy bien, Capitán.

Caramba y Crogar se dirigen al barco.

-¿Qué me querías decir? -Cece apoya una mano en la cintura.

-Me debes un beso.

Zak la toma de la cintura, acortando la distancia entre ambos, entonces le roba un beso.

-¿Por qué te lo debo? -sonríe ella.

-Porque te dejé ganar -, y él le acaricia una mejilla.

-No me dejaste ganar, perdiste porque juego mejor que tú.

-No lo creo. -Zak vuelve a besarla-. Cierra los ojos.

-¿Para qué?

-Confía en mí, sólo ciérralos.

Cece procede a cubrirse los ojos. Escucha los pasos del castaño alejarse, y luego regresar.

-¿Puedo abrirlos?

-¡Sí! -Le extiende una margarita-. Es para ti.

-Gracias. Es preciosa -dice y le besa la mejilla, sonrojándolo.

-De nada, princesa.
De pronto, una luz golpea la espada de Cece, quien cae inconsciente en los brazos de Zak.

¡Que paso!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora