Cierro el libro Heist de Ariana Godoy, al fin lo había terminado por segunda vez. Y puedo recriminarme una vez más que el libro tiene mucha relación conmigo, que desestabiliza mi mente y causa un remolino de recuerdos que ya enterré y surgen como zombies a arrancarme el cerebro.Tengo frío, mucho. Esta noche de invierno está siendo aún más lúgubre de lo que normalmente es. Y en estos momentos es que extraño a Hogwarts y a su calidez.
Todo me llega junto y comienzo a recordar mi pasado, hecho tras hecho que normalmente bloqueo, hoy los dejaré surgir
Tenía 11 añitos.
Saben, con 11 años ir en una barquita que se mueve sola por un enorme lago (al menos para mí que era enana), y observar un tentáculo salir de él y saludarme, ya era suficiente, pero luego me explicaron que había ceremonia de selección de casas, y mi corazón dio un vuelco dentro de mi pecho, estaba emocionada.
Fui una de las primeras gracias a mi apellido y desde ese momento la inocencia y felicidad de aquella niña comenzó a desvanecerse.
El sombrero tardó lo que para mí fue una eternidad en colocarme en Ravenclaw, hatstall me llamaron, afortunadamente nadie más que yo conocía la razón.
—-Bien, una mente brillante, mmmm sí, no hay duda, Rowena Ravenclaw habría querido mucho a una alumna como tú, pero, también veo oscuridad, una pequeña, pero que sin duda quiere crecer, veo competitividad y ambición y esto donde encaja es en Slytherin.¿Qué haré contigo?
Luego de miles de ruegos mentales tomó su decisión, pero aún en mi dormitorio sus palabras seguían retumbando en mi cabeza y provocando una de mis migrañas.
—Deberías ir a ver a Madame Pomfrey—me dijo una hermosa chica que antes se había presentado como Sophie.
—Toma, esto te hará bien—se acercó hacia mí con un pequeño frasco en la mano otra chica de cabellos rubio y ojos grandes, azules y muy bonitos—tranquila, me la ha hecho mi madre para cuando estuviera nerviosa, es una Poción calmante.
Me la tomé de una, miedo a la muerte no le tenía, aunque quizás si hubiera caído en Sly me lo hubiera pensado mejor.
—¿Estás loca?, puede estar mal hecha y causarte sabrá dios qué—dijo la otra chica del dormitorio, Mary, un poco muy alterada.
—¿Perdona?—siguió la rubia que creo que se llamaba Clau y Sophie se les unió, y así empezó una discusión sin sentido, o al menos sin sentido para mí que ya estaba acurrucada entre los brazos de Morfeo.
Y así, con una migraña, una poción calmante, tres chicas discutiendo y una dormida, surgió nuestra amistad.
Éramos unas alborotadoras, le hacíamos bromas a los profesores, bromas que aparentemente tenían otros culpables y así las otras casas perdían puntos, desandábamos por los pasillos en las noches y nos colábamos en la sección prohibida de la biblioteca.
Nos contábamos todo.
Así pasaron mis primeros 5 años en Hogwarts, ya hasta me había olvidado de lo malo, encajaba en Ravenclaw.
¿Si era como ellas yo estaba bien no? ¿O todas estábamos mal?
Eso ni me importaba ya, y ese fue uno de mis primeros pasos hacia la oscuridad, no el portarme mal en la escuela, sino el no importarme, porque mientras yo estuviera bien y sin preocupaciones, lo demás era insignificante, yo era egoísta.
Pero la tranquilidad se agota.
En nuestro sexto y penúltimo año se nos informó que la copa sería mixta, por lo que ahora tendríamos mas roce con estudiantes de otras casas.
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Monster
Short StoryPequeño relato del mundo mágico de Harry Potter Apto incluso para muggles