Epílogo

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Solo había pasado un año desde que Suwa y Ainya comenzaron a salir.
Y Suwa tenía todo pensado, con tan solo un mes, treinta días, una hora, sesenta minutos y tres mil seiscientos segundos para el cumpleaños de su novia, la hermosa y divertida Suzuki Aina. Todo exacto y fríamente calculado por ella misma, solo debía esperar eso y podría festejarlo, estaba emocionada y eso que aún falta.

Con sus ánimos por el cielo saltó de la cama, comenzó a prepararse para su salida con Ainya. Llevaba con la idea de ir a la feria algún día, para su suerte ese día estaría y podrían subir a todos los juegos que querían. Solo quería consentir un poco más a su novia, es eso lo que hacen las parejas después de todo.
Suwa abrió el agua y espero a que el agua estuviera tibia, se metió a la ducha y se dio un baño rápido. Salió y buscó entre sus prendas algo decente y cómodo para usar. Optó por un jean azul, una camisa manga corta blanca.
Dudosa de si afuera estaba fresco abrió la ventana, una brisa fuerte y fría le golpeó el rostro.
Volvió a buscar entre su ropa. Saco de allí el hermoso suéter que hace unos meses atrás Ainya le había dado por cumplir un año juntas.

Bajó a la cocina, soltó un suspiro y saco un paquete de galletas que tenía guardadas. No tenía pensado hacer un gran desayuno, planeaba ir a un café primero así que solo comió algunas. Estaba por meterse otra galleta a la boca hasta que escuchó suaves golpes en la puerta y fue a abrir.
En su rostro se dibujó una gran sonrisa en cuanto vio a su novia parada ahí.

— Hola Suwa, ¿Como estás? — preguntó alegre la más bajita.

— Bien ahora que te veo, ¿Tú cómo estás bebé? — contestó extendiendo sus brazos, Ainya la abrazó y Suwa correspondió.

Se miraron a los ojos unos segundos sonriendose, lentamente se acercaron. Suwa se inclinó un poco, Aina hizo puntitas para llegar. Suwa no evitó sonreír con burla. Unieron sus labios en un tierno y lento beso, todo el amor y cariño que se tenían se lo transmitía con un simple beso.
Ambas se consideraban una pareja muy afectuosa, constantemente se demostraban su amor por medio de toques, caricias y besos. Para sus amigas ellas eran muy empalagosas, pero poco les importaba.
Se separaron unos segundos después.

— ¿Vamos? — preguntó y Aina asintió.

Salieron del hogar, ambas castañas comenzaron a caminar tomadas de la mano con sus dedos entrelazados.
Ainya parecía realmente emocionada con la idea de ir a la feria, como no sería así, ya hacía tiempo que no iba el último recuerdo que tenía de aquello era cuando era pequeña.
Suwawa mientras tanto solo se limitaba a observar como su novia desbordaba emoción pura, en simples palabras para ella era ternura total.

Su caminata no duró mucho cuando llegaron al lugar de su salida.
Al llegar vieron la gran cantidad de gente acumuladas en los puestos de comida y los juegos, la pareja perdía esperanza de poder subir a todos los juegos ese día.
Entraron y lo primero en captar la atención de Suwawa al entrar fue la gran estructura de la montaña rusa. Era alta y tenía muchas vuelvas con curvas que parecían peligrosas, no se imaginaba a ella subiendo a ella cosa del diablo.
Aina por su parte parecía echar brillitos.
Suwa al verla supo que la primera opción en juegos sería aquella monstruosidad.

Dio como opción ella el primer juego; las tazas giratorias. La más bajita perdió interés en el juego inmediatamente, ahora creía que su novia era una completa cobarde.
Compraron los boletos y subieron.
En los primeros turnos Ainya casi se duerme, pero de a poco se notaba como las tazas comenzaban a girar mucho más rápido.
Aina reía al ver a Suwa aferrada al asiento, por poco no sale volando.

El siguiente juego fue opción de Ainya, (obligada a dejar la opción de la montaña rusa como último) el maravilloso juego de Dardos.
Ainya por poco no le dio al encargado del juego, Suwawa tuvo que lanzar y ganar el delfín de peluche morado de tamaño mediano que Ainya pedía con ilusión y anhelo.
Terminó por conseguirlo y entregárselo a su novia. Quién lo abrazó undiedo su cara en el, vaya que parecía una niña pequeña.

Piropos [Nanainya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora