Ven Conmigo

242 16 119
                                    

La luz del día golpeaba el rostro del saxofonista.
Entre muecas, se movió con lentitud sobre el camastro y se enderezó hasta quedar sentado.

Amodorrado, se fijó sobre el robusto castaño frente a él.

-Javier -murmuró admirando al chico dormido-, Javier, despierta.

Extrañamente, Chema sintió en su interior el ímpetu y las ganas de darle un beso.
Aún cuando la idea le parecía de lo mas cursi, tenía la extraña sensación de hacerlo.

Estaba por acercarse a él cuando el vocalista abrió los ojos y se fijó en el techo.

-Vaya noche de mierda -dijo bostezando-. ¿Y tu que haces tan cerca? Ya sé que me veo raro por las mañanas pero tampoco es para que me estéis mirando como fenómeno de circo --dijo sentándose sobre el camastro.

--No eres un fenómeno --respondió alejándose de inmediato--. Y bueno, estabas roncando mucho, pensé que te estabas ahogando y quise fijarme para ayudarte.

--Hum, pues no te creo --dijo cruzando los brazos--. A mi me parece que querías besarme.

Chema frunció el ceño y evitó ruborizarse.

--Idiota, eso no es cierto. Ya te dije por qué fue.

--Tranquilo, solo bromeaba --respondió mas relajado--. ¿Crees que ya nos den salida? Quiero ir a dormir a casa-

--Pero si acabas de despertar, que coño...

--Siii, pero que jodedera de cama. No pude dormir bien en toda la noche. Solo una cosa buena tuve, y fue tu saco --dijo tomándolo entre sus manos entregándoselo al joven--. Ten, muchas gracias. Me arropó muy bien anoche.

Chema lo miró con cierta ternura. Al tomar su saco, sus manos rozaron con las del otro chico.
Extrañamente, quiso tomarlo de ellas, pero justo en ese momento, las llaves y pisadas fuertes del guardia arribaron al lugar.

--¿Y que? ¿Ya aprendieron a comportarse? --preguntó parado frente a la celda.

Josema alejó sus manos rápidamente y se colocó el saco con nerviosismo.

--¡Pero por su puesto que sí! --espetó Javier con alegría--. Ya hasta nos hicimos amigos. Nos hemos pasado parte de la noche platicando. Ya hasta planeamos irnos de juerga un día de estos, ¿verdad que sí? --dijo palmeando el hombro de su compañero.

--Si, si --contestó extrañado--. Un día de estos iremos incluso a esos lugares que me dijiste anoche.

Javier lo miró con extrañeza.
--¿Un burdel?

--¡No, hombre, no! A donde dices que rentan las maquinas de videojuegos.

--Si, si, si ya, hombre, ya os entendí. Con que me digan que se han llevado bien es suficiente --dijo abriendo la reja--. Anden ya, fuera de aquí.

Los chicos se levantaron de los camastros y salieron de la celda estirando los brazos.

Javier caminó hacia la salida en silencio, siendo seguido por Chema.
Al pisar las escaleras de afuera, el castaño se detuvo y se giró para ver a su acompañante.

-Bueno. Creo que aquí nos despedimos -dijo solemne-. Un placer conocerte, Chema.

Chema asintió sin decir nada. Javier se giró de nuevo y emprendió camino hacia su casa.

-¡Oye, espera! -exclamó corriendo alcanzando al joven.

-¿Que pasa?

-Ehm, yo... Bueno, tengo algo de dinero y -dijo levemente apenado-... Bueno, me preguntaba si, ¿No tienes hambre? Digo, pasamos una noche de mierda.

Amor Prohibido (HIATUS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora