En un último esfuerzo por sobrevivir, Wei Ying unta sus dedos manchados de sangre contra el suelo y traza una matriz antigua y prohibida. Se abre una grieta y él cae, desapareciendo del mundo para siempre.
Ese día, el Patriarca Yiling supuestamente...
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Wei Ying se despierta a la mañana siguiente con el otro lado del futón vacío, como siempre. Pasan sus tardes y noches juntos, pero Hua Cheng siempre está haciendo algo durante el día. Wei Ying nunca cuestionó qué. Está seguro de que ser un rey fantasma viene con su propio conjunto de prioridades y responsabilidades.
El otro lado de hoy, sin embargo,— parece un poco menos vacío de lo habitual.
Un trozo de papel se asoma por debajo del borde de su almohada. Cuando lo saca, encuentra... un dibujo extremadamente intrincado. Incluso Wei Ying,— un artista autoproclamado por sí mismo—, está completamente asombrado por el nivel de detalle y sofisticación que ve en la obra de arte.
美, el carácter está garabateado apresuradamente, en la parte inferior del papel.
Hermoso, se lee Wei Ying para sí mismo.
Sus ojos parpadean hacia arriba para digerir el dibujo en su totalidad.
—Soy... yo—, pregunta Wei Ying, en voz alta. Sus dedos trazan el carboncillo en el papel,— trazando cada contorno suave, cada rasgo facial.
Hua Cheng había dibujado furtivamente un retrato de él dormido, con su largo cabello ondulado extendido debajo de él, con nada más que una suave sonrisa en su rostro.
Wei Ying se ve agraciado, mucho más agraciado de lo que pensó que jamás podría parecer. Hua Cheng había sido tan honesto con su dibujo, dibujando mejillas pálidas y clavículas prominentes que hicieron que Wei Ying se sintiera,— no tan bien consigo mismo como solía ser.
Pero de alguna manera, mostrarlo tan desnudo y honesto con el mundo lo ha hecho aún más hermoso— y crudo.
Después de todo lo que he pasado, piensa Wei Ying, con el corazón desgarrado. Me he convertido en esto.
—Hermoso—, susurra Wei Ying de nuevo, rastreando el carácter que Hua Cheng ha escrito. —Hermoso.—
Hermoso y extraordinario, le acababa de decir Hua Cheng, el día anterior.
Wei Ying siente que una bola le sube a la garganta.
Entonces, así es como lo ve Hua Cheng.
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