Tristeza

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Punto de Vista de Alex Turner

Noté como se sonrojo Alexa al decirle eso mientras se iba. Espero que esté bien, siento que hay algo que me preocupa de ella, pero desconozco la causa de eso. Regresé a mi casa y Arielle me esperaba sentada en la sala.

-¿Volviste tan temprano?.-pregutó de manera fría.

-¿Por qué debería regresar tarde?.-contraataqué.

- ¡PORQUE ERES UN PERVERTIDO; ACOSAS A LAS NIÑAS!.-gritó de manera histérica.

¿Por qué dice eso? ¿Por... Alexa? Reí.

- Te ríes porque es verdad, acosador.-dijo al acercarse para después empujarme.

-¿Qué te pasa, Arielle? No soy nada de lo que dices. Cálmate.

-No me digas que me calme, sabes muy bien que lo que digo es verdad. ¡Se nota!

Fruncí el ceño. Sigo sin encontrar una razón para estas acusasiones.

-Cálmate, Arielle, tenemos que platicar como adultos civilizados. Yo... te amo...-le recordé.

-Y si me amas, ¿por qué ves a esa niña? Ya no te creo nada.-dice y me golpea en el hombro.

-Tranquila, Arielle.-dije de manera pacífica.

-¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo?!-me seguía pegando y me dolía. u.u

Tragué saliva y le dije:

-Alexa es una alumna especial...

-Así le llamas a tus zorras.-me dijo bruscamente.

- No es nada, Arielle, es simplemente me cae bien y creo que necesita ayuda. Sólo eso.

No quiso escucharme más y se fue a dormir. La seguí hasta la cama y no me volteo a ver toda la noche. Hasta que habló:

-Quiero que dejes de ver a esa niña. Es por el bien de los dos.-me decía un poco tranquila.- Nos hizo hasta pelear, seguro los vecinos escucharon, Alex. Te amo mucho.

-Te amo mucho más.

Y entonces me dormí.

A la mañana siguiente, Arielle despertó más temprano de lo normal para hacerme el desayuno. Qué raro, siempre se queda dormida. Me alisté y me pusé un saco, entonces me fui sin antes despedirme de mi esposa.

-Ten tu desayuno.-me dijo y vi qué era. Una manzana.

-¿Nada más una manzana?-pregunté.

-¿Qué quieres, Alex? ¿Un cena?

Noté que seguía enojada. No entiendo por qué. Acepté el desayuno, aunque iba a comprarme otra cosa. Le di un beso de despedida en la mejilla. Me fui muy temprano. Había pasado toda la noche pensando en si debo dejar de hablar con Alexa. Es muy buena alumna, y es... diferente. Necesita ser escuchada.

Di clases en los salones pero sólo le puse más empeño cuando di clase en octavo grado. Puse un trabajo y me senté. Alexa se acercó y dijo:

-Es para usted.-me dio una manzana roja.

Le sonreí de una manera amable.

-Gracias, Alexa.-le dije para no ser cortante. Pero, debía evitarla.

No entiendo la razón por la que siempre le hago caso a mi esposa. S fue con una mirada decepcionada, al menos alcancé a notarlo.

Volaron las clases y era hora de irme. Me encontré con Arielle, que apenas había llegado y vio mi manzana algo alarmada.

-¿Quién te la dio?

-Un alumno de por ahí.-no quería decir que en realidad fue Alexa.

-No será que fue Alexa, ¿verdad?

-No, te dije que la ignoraría.

Me sonrío ampliamente y me dijo que se tenía que ir. Me dio un beso en los labios. Después voltee y Alexa nos estaba viendo cuando me di cuenta, desvió la mirada.

-¿No debes estar en tu aula, Alexa?.-pregunté con seriedad.

-Ya... me... iba, maestro.

Me da tristeza verla así, pero se lo merece. Mi matrimonio puede estar en peligro; Arielle es muy especial.

En los días siguientes todo estaba muy tranquilo. Pero notaba un vacío en un pupitre. ¿Quién sería?

Alexa.

Ha estado faltando 3 días seguidos, me preocupa su estado. Fui a la dirección antes de irme a mi casa, y la secretaria preguntaba por el director. No se encontraba. Así que, me pidió tomar la llamada:

-¿Diga?.-dije esperando una respuesta.

-Hola, profesor. Soy la madre de Alexa Chung.

De pronto, me sentí mucho mejor y enfoqué más interés en la llamada.

-Si, mucho gusto. ¿Qué necesita?

-Bueno, Alexa se encuentra enferma estos días, así que, como verá, no ha podido asistir.

-No se preocupe, señora. Sus faltas serán justificadas. Dígale Alexa que se mejore, de parte de su maestro de matemáticas.

Terminó la llamada y me fui a casa. En el camino a ella, pensé que sería bueno tomar aire. Fui al parque donde había visto Alexa con su tristeza en sus ojos. Me senté en una banca. Voltee y vi que Alexa estaba en otra.

-¿No estabas enferma?.-le pregunté.

Me mira confundida.

-¿Cómo sabe?-preguntó.

-Tu mamá me dijo.-avisé.- ¿De qué estás enferma?

-Tengo mucha fiebre... por eso vine a tomar aire. Me siento mal.

-Déjame llevarte a tu casa.-ofrecí.

Acepto y la acompañé hasta que llegamos. Le presté mi saco. Sacó llaves de su casa y entró en ella, creo que estaba sola.

-¿Estás sola?-le pregunté.

-Lo más seguro es que sí. Mi mamá nunca está.

La sentí muy pálida y la llevé a un sofá.

-¿Necesitas que te dé algo?

-Sólo quedate.-dijo.

Me siento en otro sofá y me quedó buen rato observándola hasta que se queda dormida. Se ve muy tranquila. Tenía que irme a casa, asi que le dejé una nota:

Me tuve que ir, espero que te recuperes. Para lo que necesites, estoy aquí.

Firma, Alex Turner.

Un amor inesperado (Alex Turner y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora