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Otro frío otoño de septiembre se hacía presente.

Nuevamente había llegado el tercer día del mes de la mano de todos aquellos desgarradores recuerdos que atormentaban su memoria, que aun en sus días buenos, se hacían presentes en sus sueños y le arrancaban la poca paz que trataba que perdure en su aun herido corazón.

Habían pasado exactamente 5 años de aquel terrible hecho que marcó su vida, y la de todos a su alrededor, para siempre.

Se podría decir que mucha de la angustia y de todo el sufrimiento que experimentaba cada día, había cesado de cierta forma, fueron arduos años en los que batallo para que sus propios fantasmas dejaran de atacarlo y llevarlo al fondo de la oscuridad que lo envolvía, tiempo en el que se sometió a múltiples tratamientos para aliviar aquella horrible carga sobre sus hombros. No obstante, lastimosamente había perdido aquel rayo de esperanza que iluminaba cada uno de sus días.

Simplemente se esfumó.

Y con él se llevó todo aquello que alguna vez conoció y denominó como lo más hermoso que había experimentado en toda su vida, todas aquellas emociones y sensaciones, la alegría inundando sus días, las rebosantes sonrisas que ornamentaban cada espacio de su torturada alma, la euforia corriendo en sus venas cada vez que tan solo sus miradas se unían por un efímero segundo, siendo de la misma forma que lo perdió.

Tan solo... desapareció.

Entre sus lamentos y días grises, entre aquella tormentosa oscuridad y dolor. Puede que, tal vez y solo tal vez, si volviera a aquel terrible momento luego de la perdida de los que más amaba, podría encontrarlo, entre todo el llanto y los desgarradores gemidos del pasado, puede que se encuentre ahí.

Pero había luchado con tanta fuerza para poder escapar de aquellas garras de la desesperanza que no sentía la audacia suficiente para intentarlo, para poder armarse de valor y tratar de hallarlo como en el pasado.

Él logró salir.

Pero no como hubiera querido.

No como él creía que podrían haber huido.

No como se supone que el destino lo había escrito para ellos.

Pero ya lo había oído antes, lo había vivido en el pasado en carne y hueso.

Esa maldita frase con tanta veracidad que resultaba enfermo.

El destino es cruel.

Tan perversamente cruel, que fue capaz de despojarle de la forma más despiadada de sus propias manos todo sueño y anhelo que tuvo en la vida, que lo dejó ver cómo la pequeña utopía que junto a quien ama les había tardado tanto en construir, se caía a pedazos frente a sus ojos.

Lo torturó, lo pisó, lo martirizó, lo angustió, lo llevó a la cornisa del precipicio más alto esperando a que él tome la decisión de caer en el abismo de la desesperanza, dejándolo en un completo silencio.

Un silencio en el que solo se encontraba él, y nada más que él.

Solo.

Pero hay algo mucho más fuerte que aquel desgraciado al que solo le gustaba desequilibrar todo aquello que fue impuesto por la misma existencia, algo más resistente que cualquier frontera inimaginable.

Algo que tal vez no les brindaría una oportunidad, pero si les regalaría una anhelada despedida.

El alfa caminaba sin emoción alguna mientras observaba sus pies y las secas hojas en el suelo a su vez que una fría brisa le robaba el aliento y se llevaba un pequeño temblor de su cuerpo.

Y O U R S ┊ ❝ ᵏᵒᵒᵏᵛ ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora