Único

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Diluc miró con atención al bardo, contando en alto el número de bebidas que este llevaba en una sola noche. Suspiró al ver como pedía más y le negó con la cabeza, ya había pedido treinta y siete veces otro vaso de vino, si seguía así afectaría seriamente a su salud 

Apreció como el bardo hinchó sus mofletes en un claro gesto de molestia para así levantarse y coger su lira, comenzando con sus habituales cantos. Venti nunca le pagaba con dinero, siempre le regalaba serenatas y él las aceptaba como pago, además, tener un bardo en la taberna alegraba a sus clientes y no tenía que pagar por sus actuaciones

Pero ¿Qué hacía Venti cuando la taberna cerraba? Siempre que le tocaba atender en el mostrador lo veía en el local durante todo el día y no necesariamente bebiendo, la mayoría de veces tan solo charlaban y luego el peliazul se iba tranquilamente cuando cerraba el negocio 

Las únicas veces que no lo veía por el local era cuando Aether volvía a Monstadt para contarle historias sobre sus viajes por Liyue o cuando Kaeya estaba por los alrededores, notando su clara incomodidad en cuanto su hermano adoptivo aparecía 

Poco a poco se acercó la hora del cierre, sus clientes desaparecieron tan pronto como el reloj dio las dos de la madrugada, quedándose así solo con el bardo quien dormía plácidamente sobre el mostrador

- Oye, tengo que cerrar - sacudió ligeramente al muchacho - Vamos que no tengo toda la noche

- ¿Eh?... - bostezó y frotó sus ojitos - Ah, ¿Ya es hora? 

El pelirrojo asintió

- Ya veo - se estiró en el sitio - ¿Mañana vas a venir a la taberna también?

- No, tengo que encargarme de algunos asuntos importantes en el Viñedo - cogió las llaves del local y señaló con la cabeza hacia la puerta, viendo como Venti se levantaba para así ir a su lado y seguirle - ¿Tú que harás?

- Todavía no lo sé, hacer planes no va conmigo - sonrió - ¡Entonces te veo otro día!

Barbatos salió rápidamente de la taberna dejando a Diluc un poco confundido ¿A qué venía tanta prisa? ¿Tanto deseaba llegar a su hogar? 

Ahora pensándolo, no conocía donde vivía el pequeño dios. Tenía entendido que, por culpa de Signora, ya no podría volver a Celestia. Entonces ¿Dónde demonios dormía?

Negó con la cabeza, intentando sacar al bardo de sus pensamientos, y se dirigió a casa tras cerrar con llave el edificio

Los días pasaron con rapidez y, extrañamente, no había visto al dios en una semana. Aquel día sin embargo fue diferente

- ¡Hola Diluc! - saludó Aether con una sonrisa desde la puerta - Cuanto tiempo

- Veo que estás de vuelta - le devolvió el gesto - ¿Venti no está contigo?

- No, pensé que estaría aquí... - llevó su mano a la cintura - Quería preguntarle si le apetecía dar una vuelta conmigo y con Xiao...

- ¿Xiao?

- Se me olvidaba que no lo conoces - rascó con nerviosismo su nuca - Digamos que es una persona muy importante para mi. Entonces, ¿No lo has visto?

- No, de hecho llevo sin verlo una semana... - dijo mientras limpiaba un vaso - ¿Le habrá pasado algo?

- ¿Por qué no vas a comprobarlo si tanto te preocupa? - ladeó la cabeza - Sois buenos amigos, ¿No?

Diluc se quedó unos segundos en silencio

- No lo sé - suspiró - Ese bardo sigue siendo un completo misterio para mi

Aether abrió la puerta - Podrías intentar conocerle más, estoy seguro de que Venti aprecia el gesto y además... - el muchacho sonrió - Se te nota bastante preocupado, no te haría daño ir a verle y sincerarte con él 

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