☁️

767 64 12
                                    

¿Qué era, lo que como seres nos desamparaba?

Y es que, quizá no había respuesta alguna, más que el simple y corto hecho de aceptar el destino. No dábamos para más, siendo seres totalmente inútiles y débiles que no podían aceptar el frívolo y deshecho destino, pues el destino no te daba la opción de escoger que es lo que quieres que te pase en lo que será tu miserable vida, ya no importaba absolutamente nada, nisiquiera si eras humano, un demonio, o bien, un hombre demonio o una mujer demonio, absolutamente todo daba igual y se echaba a perder de alguna o de otra forma.
No nos quedaba nada entre las manos, las gruesas lágrimas y la tenue luz grisácea que provenía del cielo hacía que se deprimiera aún más de lo que ya estaba, pues el cielo y su destino daba la clara indicación de un día totalmente repulsivo y triste, un día totalmente nublado y sin oportunidades de salir bien o como se planeaba ser.

Aquél muchacho, pálido y andrógino, esperando lo peor para empeorar su día. ¿Qué era el mecanismo de felicidad que le permitía ser feliz? Aki. Todo en un abrir y cerrar de ojos se había desvanecido en una sola, y ya no quedaba nada más para gozar o disfrutar en lo que restaba del día, o bien, quizá de la vida. Le causaba repulsión todo, absolutamente todo, desde hace días si se tenía que sincerar. Aki ya no estaba a su lado, y eso se llevaba consigo toda su misera e inexistente felicidad, no se podía tragar el hecho de aceptar la muerte de su único ser amado y cercano, quién había aprovechado de el al máximo y mostrándole su ser más vulnerable, pero, tomando en cuenta que fue de ambas partes, entre ambos se conocieron hasta cada rincón de sus seres. Ahora simplemente todo se percibía de un horrible y asqueroso tono grisáceo, triste, al fin de cuentas.
El único sonido de ahí, era el fuerte resoplar del viento y el sonido de sus mismo sollozos, mentiría si dijera que no tenía frío, porque en verdad lo tenía. ¿Cómo no? Se encontraba en la azotea de aquél viejo edificio de departamentos, solamente usando su característico traje y nada más, el nublado día perturbaba absolutamente todo allá arriba. Con sus apagados ojos veía la calle poco transitada, mientras que unas pequeñas gotas de lluvia comenzaban a caer.

"Las escenas tristes de películas cliché y baratas ahora tienen sentido.. uh, que ironía."

Fue lo único que pudo susurrar para si mismo.

Las fuerzas eras vanas e inexistentes, definitivamente su motivación de trabajar o realizar alguna actividad en general había desaparecido. Solo quedaba aceptar absolutamente todo su destino y ya, realmente parecía que no costaba, siendo que aceptarlo dolía de una manera inexplicable. ¿Así era cómo se sentían los personajes de películas perdiendo a su ser amado? Entonces, finalmente entendía el cliché. Nuevamente comenzó a sollozar. Podía ser verdaderamente asqueroso, pero no tuvo otra opción más que limpiarse con la manga propia, más desagradable aún, se tuvo que sonar la nariz con su propia manga. Aún con todo el peso, se quitó el saco por haberlo ensuciado, enseguida se lo quito, comenzó a temblar de manera similar a una gelatina, pues el frío calaba hasta los huesos. Ahora veía como el cielo era cada vez más y más oscuro, viendo de acá y allá como algunas calles prendían las lámparas de estas y como de a poco las calles se iban vaciando totalmente.
Era aburrido ver las calles, así que simplemente se recostó de una manera suave y vio al cielo, y poco a poco su mente se iba llenando de preguntas.

"¿Por qué el destino nos ofrece amargura e infelicidad, y no felicidad exactamente?"

"¿Tanto le cuesta al destino querernos aún que sea un poco, en lo más mínimo?"

"No he sido una persona que defina la palabra pureza, pero, ¿He hecho algo tan verdaderamente malo para merecer esto?"

No había mucho que explicar, en realidad. ¿Por qué nos sumergimos y clavamos tanto en un solo detalle? Quién sabrá. Pero independientemente de ser un solo detalle, siempre es algo fuerte que suele marcarnos de por vida.
No pida quedarse toda la noche acostado, llorando y pensando, tenía que retirarse de ahí, pues había quedado de verse con Makima. Ahora sí apreciaba y prestaba atención, la única iluminación que recibía era la tenue luz de su aureola y la casta luz de la luna, que por cierto, le transmitía una seguridad enorme.

Si Aki estuviera aquí ahora mismo, ¿Qué estarían haciendo? Si lo pensaba, quizá estarían viendo alguna película barata como ya mencionó varias veces, y probablemente el se estaría burlando de Aki por ser un "adolescente" cuando en realidad era un adulto, prácticamente. No pudo evitar soltar una débil sonrisa al recordar todo eso, le daba nostalgia recordar absolutamente todo lo que vivió junto el pelinegro, más ahora todo se basaría en recuerdos y nada más.

Se sentía absolutamente vacío.

Se sentía miserable, mejor dicho. Vacío y miserable, que gran combinación, si le preguntaban. Tantas perdidas, y la suya era la única que en verdad le había dolido, tanto que hasta ahora seguía sufriendo cada vez más, nuevamente sentía ese nudo en la garganta y en el pecho, su mente otra vez le comenzaba a agobiar con pensamientos horribles.
Tan sumido y harto, cansado de su mente y de su suerte, no podía siquiera pensar bien o escuchar los sonidos a su alrededor, nisiquiera el sonido se la puerta metálica abriéndose, siendo que está estaba frente a el.

——— Angel, necesitamos irnos de aquí, te necesito ahora mismo.

Vaya, nisiquiera había notado a Makima. Y jamás pensó que está lo fuese a ver en su manera más vulnerable. Y que interrupción tan repentina.

Ahora, simplemente tocaba sufrir mientras trabajaba, ya habrá oportunidad de hacer lo que tenía que hacer en un inicio, en otro momento que quizá no sea lejano.

Aureo | Aki & Angel DevilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora