Las veces que estuvo estudiando en su último año de preparatoria para ingresar a una de las universidades ubicadas en Tokio —a la Universidad de Tokio para ser más específicos—, se plantó una imagen tipo serie de Netflix donde relatan interesantes y aventureras historias de universitarios.
Una ilusión que sonaba bastante bonita, hasta que coloca un pie fuera de Sendai y aparca en la capital de Japón, golpeándolo la existencia misma de lleno en la cara.
Tobio Kageyama comprobó de primera mano que la realidad está muy alejada varias (muchas) veces de la ficción. Aunque considera, en algunos parámetros, si podría estar asociada al día a día.
Partiendo con que estudiar significaba horas y horas perdido entre libros y cuadernos, acomodando lo mejor posible el horario, permitiéndose un par de horas libres para otras actividades.
Eso lo aprendió después de sobrevivir milagrosamente a su primer año universitario entre clases estresantes, y entrenamientos de vóleibol hasta tarde.
Lo segundo fue, que debía si o si mudarse. No le causó nostalgia el despedirse de Miyagi, nunca estrechó lazos realmente con los compañeros que compartió tanto en el club como en el salón de clases; incluso le inundó una sensación de satisfacción a la hora de subirse al tren, sin alguien despidiéndose, y abandonar todos los malos recuerdos de aquel lugar.
En secreto, estaba agradecido con Miwa, su hermana, por mandarle un mensaje a través de Line, junto a una foto de ella y su esposo en Rusia, deseándole todo el éxito del mundo en su nuevo viaje.
Conseguir un apartamento para arrendar, fue todo un tema. Después de meditarlo por mucho tiempo, días antes de su mudanza, tomó por fin su teléfono, rebuscando entre los pocos contactos, debatiéndose a cuál de los dos personajes mayores que él, debía llamar y solicitarle su ayuda.
La primera opción no le convencía del todo, quizás nada. Recordar la voz burlesca de Tōru Oikawa, sacándole la lengua como alguien que le gana por dos años y bastante inmaduro su actuar, no era lo mejor. Incluso si sabía que estaba viviendo en Tokio, pero para su suerte, en otra universidad.
Su segunda opción era Hajime Iwaizumi, el mejor amigo y novio de Oikawa. Vivían juntos en la gran ciudad, también tenía entendido que estaban en departamentos de la universidad distintos, pero estuvieron bastante tiempo buscando un apartamento para alquilar.
Definitivamente la segunda es mi mejor decisión.
Con ayuda de Iwaizumi (y los gritos molestosos de su novio al fondo), Kageyama cumplió el siguiente paso, y encontró un lugar para vivir los años de su carrera. El punto en contra, es que no quedaba del todo cerca.
Las cosas se alivianaron al momento que sus padres le revelan que su abuelo antes de fallecer, le dejó un dinero extra para su futuro.
Kageyama lo invirtió en una moto.
Es verdad que una bicicleta le era mucho más ahorrador, también que la moto no le serviría en los días lluviosos, pero siempre tiene el consuelo de la locomoción colectiva.
Y ahí es cuando el punto número tres de comparaciones series juveniles vs realidad le hacía el hincapié al pelinegro.
El dinero.
Kageyama seguía teniendo en mente que arrendar un piso con alguien era mucho más factible y accesible.
Seguiría con ese pensamiento, al menos hasta que logre encontrar con quien vivir, o terminar la carrera. Lo que ocurriese primero.
A pesar que le exasperaba ver el horario colgado torpemente en la pizarra de corcho sobre su escritorio, le recordaba todas las mañanas al despertarse, que estaba con distintas clases de lunes a viernes, también era consciente de los espacios entre horas, las cuales no entorpecían con las asignadas para el entrenamiento del equipo.
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Entregas a tu corazón [KageHina]
RomanceAl ingresar a la universidad, Kageyama de da cuenta que hay muchas cosas por hacer, incluyendo el obtener dinero. La idea de su senpai no sonaba tan mal, cuando comenzó a trabajar como delivery. Sobre todo, porque tiene un cliente inusual bastante p...