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Los días siguientes a ese Yaku se alejo de todos, había pedido un tiempo del equipo y luego de explicarle al entrenador lo sucedió lo entendió y le deseo lo mejor para estar de mejor humor, evitaba estar con Kuroo y Kenma, este último se mantenía ...

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Los días siguientes a ese Yaku se alejo de todos, había pedido un tiempo del equipo y luego de explicarle al entrenador lo sucedió lo entendió y le deseo lo mejor para estar de mejor humor, evitaba estar con Kuroo y Kenma, este último se mantenía lejos pero, el testarudo pelinegro lo buscaba tratando de saber si estaba bien, era un alivio que siempre lo logrará esquivar, aún así, alejarse del par y del mundo no servía, los pétalos y flores seguían saliendo a menudo, pedía casi siempre permiso de salir para poder expulsarlo entre lágrimas, cuando le informaron que tenía, su mundo se vino abajo, literalmente tenía sus días contados por un amor no correspondido, aquello lo enfurecía, el quería vivir, ser feliz, pero aquí estaba, con la muerte cercana a él, el ánimo en el suelo y tratando de buscar una solución.

De suerte aquel día pudo correr de la escuela evitando a Kuroo con éxito, así no lo seguiría hasta su casa, en el camino el dolor de su pecho desapareció y suponía que la razón era no pensar en su amor no correspondido aunque no supiera, o no quisiera afrontar, quien era aquella persona, trataba de evitar pensarlo, pues sólo le dolía más y le daba más miedo.

(.......)

Y aunque el castaño estaba seguro de que no lo seguían, no era así, el pelinegro lo seguía a la distancia, mirando al menor de lejos, preocupado, Kenma le había dicho las de una vez que Yakkun necesitaba espacio pero simplemente no podía dárselo, le preocupaba la salud del más pequeño, más aún cuando muchas veces lo escucho en el baño llorar y vomitar aquellas flores y pétalos, le daba miedo lo que sea que el menor estuviera pasado.

Venía días así, siguiéndolo a distancia cuidándolo de todo para asegurarse de que su amigo llegara bien a su casa, muchas veces había querido acercarse pero eso podría incomodar el contrario por lo que jamás le hablaba, así eran todos sus días, ver al menor avanzar con el atardecer de fondo, una pequeña rutina para protegerlo, aunque no supiera de que debía cuidarlo.

Cuando el menor entró en su casa el alivio llegó, suspiro y sonrió para darse la vuelta y caminar hacia la estación de trenes contraria.

(.....)

El menor miraba sus manos manchadas de sangre y pétalos secos, aquello le repugnaba mucho, le daba asco y miedo, aun así fue a lavarse pensando en cosas felices para que aquel síntoma se detuviera un poco.

Luego de lavarse se dirigió a la ventana que solía frecuentar de su pequeño lugar, sus piernas encogidas abrazadas a sus brazos mientras miraba los cerezos con sus pétalos cayendo, le daba ahora pena mirar aquello, era como esos árboles, los pétalos que eran su vida iban cayendo y cayendo y algún día moriría, cuando un árbol de cerezo quedará sin sus hojas, el también moriría, lloro por horas con aquel pensamiento, todo por un amor no correspondido que ni siquiera iba a admitir quien era, porque se negaba, no podía ser así y no quiera eso.

Entre tanto llanto y gritos, el castaño se durmió mirando los cerezos.

(.....)

Al siguiente día desperto todo adolorido, al dormir en aquel incómodo lugar apenas podía estar de pie cómodo y si quiera sentado, porque todo le dolía sinceramente, a duras penas se levantó y se fue a desayunar para arreglarse con su uniforme y llevaba su bolso de deportes, quizás se pasaría por el gimnasio aprovechando que hoy no había práctica y significaría no ver a Kuroo allí.

Cuando llego a la preparatoria no había mucha gente, estaba bastante temprano y no tener que evitar a sus compañeros era cómodo, estaba dedicándose a caminar bajo los cerezos mientras miraba sus pétalos caer por la leve brisa del viento, miraba las ramas ir quedando secas en sus puntas al perder los pétalos muy grande o débiles que se iban al instante, aun así, aun tenían muchas flores intactas, sonriendo tomó una y camino sin mirar en frente.

Cuando sonó el timbre estaba algo perdido, corrió entre quejidos por el camino de vuelta para ir a su clase, más se demoro bastante, y apenas estaba llegando a la sala cuando tocaron la campana para salir, molesto bufo y solo se dio la vuelta para ir al gimnasio, se quedaría allí todo el día, necesitaba tener tiempo para el y sabía que jugar voley serviría.

(......)

Estuvo horas y horas y horas practicando y dejando caer su furia y pena con el balón, tenía las rodillas todas raspadas pese a las rodilleras, las manos rojas y lastimadas y los brazos con un hormigueo de tanto recibir, se sentía vivo, se dejó caer en la cancha sonriendo mientras se sentía aliviado, calmo y como si nada pasara, estuvo así unos minutos, soñando en ser un jugador profesional, con una vista de galerías repletas de gente apoyándolo, o al menos, eso soñaba, aun así la realidad era como un golpe en el rostro, no podría ser un jugador profesional, apenas lograría graduarse.

Suspirando se levantó para comenzar a ordenar lo que uso y cambia su camiseta por una más ancha y limpia al momento, sintió un cosquilleo en la espalda y se giro a mirar pero no había nada, se encogió de hombros para seguir ordenando, ignorante a los ojos casi aturdidos que lo miraban.

Al terminar se dirigió a sus cosas para abrir la mochila y dejar las botellas y protecciones que usaba cuando sintió la presión en el pecho, Kuroo estaba cerca, completamente asustado se levantó con sus cosas y chocó con él pelinegro, lo miró con miedo para sentir el dolor al mirarlo.

—Yakkun?— Preguntó un tanto preocupado, el contrario no lo miraba, lo evitaba mientras apretaba su estómago, eso sólo lograba que el pelinegro se preocupara más, bajo su mano para levantar su mentón y ver las lágrimas a los costados, enserio le dolía, se trató de acercar pero fue empujado por las delgadas y suaves manos del castaño quien se dejó caer al suelo tociendo, oh mierda no otra vez.

Kuroo se tiro a su lado para empezar a acariciar su espalda y tratar de tranquilizarlo, aquello funcionó un poco, el dolor se alivaba y el menor se sentía un poco más tranquilo, cuando ya no dolía tantos e separó del más alto y lo miró incómodo.

—Gracias Kuroo, yo me voy— Aviso rápido para ir a las escaleras y subir rápido, Kuroo apenas pudo reaccionar y solo grito su nombre para tener su atención.

—YAKKUN— El castaño se giro asustado para mirarlo y contestar un leve, tierno y vergonzoso "s-si" —Que tienes, porque me evitas?— Pregunto directamente esperando la respuesta del menor que miro al frente y luego hacia la puerta nuevamente.

—Moriré, por un amor no correspondido— Fue lo unico que dijo antes de escuchar a un Kuroo gritar y llorar, oh mierda, bajo corriendo pero se detuvo aunque quisiera ir a tocar su rostro mientras el maldecia al mundo en muchos idiomas. —Si no soy correspondido moriré en un año, pero todo está bien, sigo aquí no? — Mencionó asustado incluso él.

Kuroo solo lo miraba con lágrimas y aún sollozando.

—Quién es el desgraciado?— Preguntó enojado para acercase y abrazar al chico mientras miraba a todos lados enojado más la respuesta que dio jamás se la espero.

—Tu eres ese desgraciado Kuroo—

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Volví yei! aquí un nuevo capítulo si ven faltas ortográficas pido perdón, ya la corregiré en su momento, espero disfruten la lectura.

𖧷Flor de cerezo𖧷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora